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Cómo afrontar la pérdida de un ser querido

Redacción revista eSmás | revista eSmás Vilagarcía Nº34 Otoño 2021

Hablamos con Eduardo Martínez Torrado, director del tanatorio Pompas Fúnebres de Arosa.
Cómo afrontar la pérdida de un ser querido

Hablamos con Eduardo Martínez Torrado, director del tanatorio Pompas Fúnebres de Arosa para conocer, dada su dilatada experiencia en estas situaciones, cómo piensa él que las familias y amigos pueden afrontar de la mejor forma posible la pérdida de un ser querido.

 

¿Cómo piensas que una pérdida puede afectar a los allegados?

La muerte debe entenderse como una parte de la vida, el fin de un legado, en mayor o menor medida. Pero, aunque la vida sea corta o larga, siempre dejamos una huella. Evidentemente, perder a un ser querido siempre genera tristeza puesto que el ser humano, en casi todas las culturas, tiene un sentimiento de afecto. Sí es cierto que, dependiendo de la casuística del fallecimiento, afecta de una forma u otra a nivel psicológico, y el duelo se llevará de una forma más o menos dura. Cuando la muerte “se ve”, es decir, la persona es de una edad avanzada y ya se sabe que sus días están llegando. a pesar del dolor entendemos que es algo natural. Cuando la pérdida es repentina, en el caso de un accidente, algún fallo orgánico fulminante, etc., nos puede hacer entrar en shock emocional. Y una de las respuestas psicológicas habituales es bloquear cualquier razonamiento lógico, con lo que nuestro duelo se alargará en el tiempo si no nos despedimos de forma correcta. De hecho, este proceso de duelo puede volverse patológico si no se acude a profesionales especialistas en duelo.

¿Crees que hay alguna forma de acometer mejor este tipo de situaciones?

Respecto a los casos esperados, depende de cada persona. La comunicación es importante, ya que si atendemos a sus peticiones para la despedida, haremos las cosas de una forma más planificada. Si se nos hace grande el asumir la despedida, la ayuda de un profesional en psicología es recomendable en ciertas ocasiones. En el caso de las despedidas inesperadas, lo primero está en manos del servicio funerario. En nuestra cultura hacemos los velatorios de 24 o 48 horas, como mucho. Esto no es recomendable en fallecimientos repentinos. En otros países duran entre tres y siete días, porque “no hay que tener prisa en despedirse de nuestros seres queridos”. Una mala noticia repentina puede hacer que entremos en estado de shock emocional, que puede durar desde horas hasta días. Y en esos momentos no somos conscientes de prácticamente nada y cuando nos recuperamos del shock emocional ya no tenemos a nuestro ser querido para poder decirle adiós. No se trata de estar cinco días enteros en el tanatorio, sino ir durante varios días, unas horas a despedirse, para hacerlo de una forma correcta a nivel emocional y psicológico.

¿Piensas que hay diferencia en el velatorio según la forma de fallecimiento?

Si, mucha. Cuando nos despedimos de una persona mayor los velatorios son tranquilos, basados normalmente en recuerdos positivos. Siempre hay lágrimas, unas de pena, otras de recuerdos bonitos... Pero el ambiente, generalmente, es de “era su hora”. Cuando no es algo esperado reina la tristeza, el silencio, la impotencia, lágrimas de desesperación, desolación... Es muy duro para las familias, y para nosotros también es mucho más complicado.

¿Cuáles crees que son las palabras más adecuadas para dar el pésame?

Creo que, a veces, una simple mirada es más que suficiente. Hay muchos estudios psicológicos que dicen qué palabras no decir, pero depende de la cultura, de la situación, de la persona, etc. No hay una palabra clave. Lo más habitual es decir “mi más sentido pésame”, pero, psicológicamente, no es correcto decirlo si realmente no lo sientes, si no eres alguien muy cercano. Lo más correcto, es ser sincero. Si eres amigo decir cosas como “no se qué decir ante esto”, “no sé como ayudarte, pero estoy a tu lado para lo que necesites”. Lo que jamás se debe hacer es personalizar el duelo, porque la persona que estamos arropando, no va a entender frases como “El tiempo lo cura todo”, “Eres joven, reharás tu vida”, “Sé por lo que estás pasando”. No ayudan nada porque, aunque hubiéramos pasado por una situación similar, nosotros no sabemos la vinculación directa ni estamos en su cabeza para saber qué está sintiendo.


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