El otoño inunda las ciudades gallegas con el característico aroma de las castañas, atrayendo a los amantes de este fruto que invita a ser degustado. Sin embargo, entre las castañas que encontramos nos podemos encontrar con diferentes durezas, colores y formas planteando la pregunta crucial: ¿son comestibles? Dentro del mundo de las castañas, existen más de cuatro variedades, pero las más comunes son las de los castaños de Indias y del fruto del castaño (Castanea sativa).

Los castaños de Indias, árboles de gran tamaño, se plantan con frecuencia para proporcionar sombra en los parques gracias a sus abundantes ramas y hojas. Las castañas de estos árboles, reconocibles por su color verde y espinas exteriores separadas, no son aptas para el consumo humano. Aunque su interior alberga una castaña dura y redonda, su ingestión puede ser peligrosa debido a la presencia de esculina, una sustancia tóxica tanto para los seres humanos como para los animales. Aunque la esculina se utiliza en tratamientos fisioterapéuticos, su aplicación debe ser bajo supervisión médica.

La diferenciación entre estas castañas y las comestibles también se hace evidente en las hojas; las hojas de los castaños de Indias tienen de cinco a siete puntas y son de gran tamaño que se asemejan a las elegantes hojas de haya. Estas hojas, de generosas proporciones, son un rasgo distintivo del paisaje otoñal. Por otro lado, las hojas del castaño dulce presentan una elegancia más sutil, con pequeñas puntas afiladas a lo largo del borde que les otorgan un aspecto ligeramente dentado.

La cápsula que envuelve los frutos revela otra faceta única. En el castaño de Indias, el pericarpio se erige con firmeza, exhibiendo una superficie dura y espinosa de un llamativo color verde amarillento. La textura robusta de esta cubierta es inconfundible. Por otro lado, las castañas dulces presentan una cáscara compuesta por espinas más suaves, prescindiendo de la imponente dureza característica de su pariente.

La expresión misma de los frutos, su forma y contorno, proporciona la clave final. Los frutos de la cápsula del castaño de Indias adoptan una figura esférica a la de pera, creando una silueta única e inconfundible. En cambio, las castañas dulces revelan una forma más plana y puntiaguda, marcando una diferenciación clara y elegante en comparación con su contraparte.

En Galicia, es común que la gente se lance a recolectar castañas durante esta temporada para luego asarlas en casa. Recolectar las castañas puede ser muy divertido y a la vez desafiante, por lo que se recomienda el uso de guantes para evitar daños al recogerlas del suelo en los bosques. Dentro de la cáscara, es habitual encontrar dos o tres castañas de diferentes tamaños, las cuales presentan una forma plana en la parte inferior y terminan en punta en la parte superior.

A la hora de elegir las mejores castañas para asar, se busca un color marrón sin manchas y sin agujeros, ya que estos podrían indicar la presencia de insectos. Asar las castañas en casa es un proceso sencillo que implica lavarlas y secarlas antes de realizar un corte profundo que atraviese ambas capas de piel para facilitar su cocción.