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El ferrocarril y el Ramal para el progreso de Vilagarcía

Manuel Suárez Fuentes (In memoriam) Artículo e imágenes facilitadas por Juan Carlos Porto | revista eSmás Vilagarcía Nº 35 Invierno 2021

Un repaso por la llegada del ferrocarril a Vilagarcía
El ferrocarril y el Ramal para el progreso de Vilagarcía

La llegada del ferrocarril y la construcción del muelle del ramal fueron pilares fundamentales para el progreso industrial, comercial y turístico de la Vilagarcía de finales del siglo XIX.

 

John Trulock, gerente de la compañía The West Galicia Railway Company, se encontraba satisfecho con su gestión al frente de nuestro ferrocarril después de solventar un verdadero sinfín de complicaciones económicas, quiebras y conflictos de todo tipo, así como retrasos en las obras.

 

Ahora, al fin, se había conectado el ferrocarril con el muelle en un puerto, lo que supondría progreso y un gran futuro. Anteriormente era obligado un triple acarreo de cualquier mercancía con destino a Santiago. Afortunadamente, la idea de situar un enlace con el puerto de Carril, que en el pasado había propuesto y planificado el constructor Mould, no se había llevado a cabo. El poco calado del puerto de Carril fue reduciendo su tráfico que terminó finalmente por trasladarse en su totalidad a Vilagarcía.

 

Carril era entonces un municipio independiente permaneciendo así hasta el 1 de marzo de 1913, en que se unió, junto con el de Vilaxoán, a Vilagarcía. Administrativamente, estuvieron separados hasta esa fecha, pero geográficamente estaban enlazados por una playa, que se contaba entre las mejores de todo el norte peninsular y en donde la llegada del ferrocarril propició el desarrollo de una floreciente industria turística.

 

Puede asegurarse, decía TruIock,  “que el eje Carril- Vilagarcía es el gran favorecido de la inversión ferroviaria que lo unió con Santiago en 1873 y con Pontevedra, ya a la red ferroviaria nacional, en 1899..."-

 

Efectivamente, el eje Carril- Vilagarcía, se convirtió en una realidad innovadora. Las gentes con solvencia económica de Santiago y Madrid construyeron a pie de playa sus mansiones de veraneo. Nació en esa zona un barrio, que se conoció como ‘Barrio de la Prosperidad’. Durante aquellos años, al eje Carril-Vilagarcía, se le llegó a llamar el “pequeño San Sebastián”. Y a punto estuvo de superar a la capital guipuzcoana. Hubiera bastado que el inteligente proyecto empresarial, “agazapado" detrás de la famosa donación de la Isla de Cortegada a S.M. Alfonso XIII para construcción de su residencia de verano en 1907 se hubiera llevado a cabo.

 

Trulock se sentía feliz en Vilagarcía y, como hemos dicho, estaba contento con la labor por él realizada en el ferrocarril. El día de la inauguración del ramal del ferrocarril al puerto, el 12 de Marzo de 1903, fue un día de fiesta, organizada por él en Vilagarcía. Se lanzaron cohetes, la banda de música realizó pasacalles y ofreció un concierto en la Alameda, paseo en el que, al anochecer, se encendió un magnifico alumbrado. Este causó una gran sensación en aquel día pues hay que tener en cuenta que hacía tan solo cuatro años que la luz eléctrica había llegado a Vilagarcía, y curiosamente fue ese paseo el escenario de la llegada de la nueva fuente de energía en el año 1899. Efectivamente, se notaba que Vilagarcía comenzaba a ser una ciudad próspera y emergente. Disponía, ahora, de buenas comunicaciones, tanto por mar como hacia el interior. Una burguesía local dedicada a actividades mercantiles propició el establecimiento de comercios, pequeñas industrias que poco a poco irían aumentando en número.

 

Mucha gente de Santiago se desplazaba en el tren hacia nuestra villa, no solamente en verano, que lo hacían a diario para disfrutar de la playa, sino también para asistir a los concurridísimos mercados de los martes que se celebran por concesión Real de Felipe V desde 1744. A estos mercados venían gentes de todos los pueblos limítrofes y de todos los que tenían estación de ferrocarril, desde Santiago y desde Pontevedra.

 

Trulock disponía para esos días la circulación de trenes especiales que partían en horarios intermedios y con mayor número de unidades.

Era muy numerosa también la asistencia de gentes desde otros puntos de la ría que venían en los barcos. Desde esos mismos puntos venían todos aquellos que tenían que desplazarse en el tren a puntos del interior. Hay que tener en cuenta que en el año 1878, cinco años después de inaugurarse nuestro ferrocarril, se aprobó el proyecto de un muelle embarcadero descrito como: "muelle de cuatrocientos metros de longitud con avenida en rampa de afirmado contenido entre muros y pretiles de fábrica de sillería, viaducto, cabeza de estructura metálica y tablero de piso de madera del que fue autor el Ingeniero Vicente Ruiz'. Era nuestro famosos Muelle de Hierro. Sus obras se iniciaron inmediatamente después que se aprobara el proyecto, finalizándose en el año 1893.

 

Está claro que Vilagarcía era un pueblo con rápido crecimiento y progreso, y tal como hemos comentado así la veía Trulock y manifestaba en sus escritos y conversaciones indicando que: "La lanzadera de ese progreso es nuestro ferrocarril que os prometo trataré de mejorar día a día".

 

En aquellos años, con la inauguración de muelle del ramal ferroviario, el transporte de mercancías alcanzó un gran progreso, de tal manera que fue necesario aumentar el número de unidades de carga desde el primer año de entrada en servicio del ramal. Como nos contaba Trulock en el escrito del que hicimos mención, desde el 12 de Marzo de 1903, fecha inaugural de este muelle ferroviario, al 31 de Diciembre del mismo año, o sea en los nueve primeros meses de uso, se facturaron 4.996 toneladas de mercaderías.

 

Nuestro ferrocarril preparó coches de lujo, aunque también se disponía de un "Tren Real", reservado únicamente para uso de S.S.M.M y su séquito y para uso de las familias aristocráticas, ya que se puso de moda, a principios del siglo XX, el intercambio de visitas entre estos personajes. Por ejemplo, los marqueses de Casa Pardiñas de Vilaxoán invitaban a pasar unos días al mes en su casa al obispo de Mondoñedo, a quien iban a recibir a la estación los marqueses en coche descubierto. Los marqueses de Vilagarcía también viajaban cada quince días a Santiago. Era la moda, viajar en tren.


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