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El marqués de Vilagarcía, Virrey del Perú

Victor Viana | Revista eSmás Vilagarcía Nº 6

Como agradecimiento, el rey Felipe V concedería en el año 1744 un mercado franco en Vilagarcía, que aun persiste actualmente
El marqués de Vilagarcía, Virrey del Perú


Hijo del último virrey del reino de Valencia, el que había de ser el tercer marqués de Villagarcía, Antonio José de Mendoza Caamaño y Sotomayor, había nacido en el año 1667. Además del marquesado de Villagarcía, ostentó también los títulos del Vizconde de Barrantes, Conde Monroy y de Cusano, Señor de Vista Alegre, Rubianes, Lamas, Fuentes, Valdesar y Villanasur.
Al igual que su padre, pronto destacó en el servicio a la Corona, alcanzando cargos de responsabilidad, como capitán del tercio de Lombardía, el de Caballos den Corazas en el estado de Milán, y en dos ocasiones, el de Asistente, Superintendente y capitán General de Sevilla.
Tan agradecido quedó el Rey Felipe V de sus servicios que lo nombró Mayordomo de Semana de Palacio. Sin embargo, el cargo más importante para un servidor real, el de virrey de uno de los virreinatos más extensos del Imperio Español, le llegaría cuando ya a la edad de 67 años tuvo que acceder como favor especial que le pidió el rey: el de virrey en el Perú.
En aquellos años, este virreinato comprendía las actuales naciones de Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Panamá, y parte de Argentina y Chile. Aunque en principio, el Marqués de Villagarcía rechazó el encargo por su avanzada edad, casi un anciano para la época, las fuertes presiones del rey le obligaron a aceptarlo.
Realmente y a pesar de su ancianidad, las crónicas de su tiempo le describen como una persona llena de energía y vigor, que demostró, resolviendo los problemas de sus extensas propiedades, así como organizar un viaje tan largo con un gran séquito, en una época de verdadera gravedad económica y socialen la colonia que debía dirigir.
Como agradecimiento, y tras pedírselo el Marqués de Villagarcía, el rey Felipe V, concedería en el año 1744 un mercado franco, libre de impuestos, en Villagarcía, "todos los martes el año", mercado que aun persiste actualmente.
Hay que tener en cuenta que en dicha época, las dos cosas más importantes que podía tener un pueblo para atraer riqueza eran: o bien tener las reliquias de un santo para atraer al creyente, o bien un mercado que atrajese a diferentes compradores y vendedores. En ambas situaciones, el pueblo, sus dirigentes y sus habitantes salían siempre ganando.
Es definitivamente el 28 de mayo de 1735 cuando inicia el viaje hacia Lima a bordo de los buques "Conquistador" de 64 cañones y el "Incendio" de 50 cañones, acompañado de su hijo Mauro de Mendoza, y una comitiva formada por un capellán, dos secretarios, un camarero, un caballerizo, cuatro gentiles hombres, ocho pajes, dos oficiales de secretaría y cuatro ayudas de cámara, doce criados, y su cocineo Andrés Labrada.
Le acompañaban los notables científicos Jorge Juan y Antonio de Ulloa, para unirse ya en América con otra expedición científica francesa, y que tenía como misión principal, la medición de un grado terrestre a la altura de Ecuador, para determinar si la tierra era completamente redonda como un balón o achatada por los polos como un melón. Tenía además como misión ayudar al virrey en sus problemas con la guerra que se avecinaba con los ingleses, especialmente en todo lo referido a la construcción de barcos, logística y lucha.
Por una serie de demoras, el marqués de Villagarcía no llegará a Lima hasta el 3 de enero de 1736.
Los problemas que le esperaban a José de Mendoza Caamaño eran de extrema gravedad: levantamientos de la población india, cansada de su explotación; altos impuestos a los comerciantes del virreinato; escasos beneficios de los mismos; escasa producción de las granjas; notable disminución de la producción minera, todo lo cual conducía a que los gobiernos, tanto del virreinato como de Madrid, tuvieran pocos ingresos, y ello repercutiera en el mantenimiento del ejército y la armada.
Por si todo ello fuera poco, en octubre de 1739, Inglaterra declara la guerra a España, y el almirante Wernon sale hacia las costas americanas con 50 buques de guerra, 130 barcos de transporte y 13.000 soldados, a los cuales se unirá más tarde otra escuadra al mando del almirante Anson compuesta por seis navíos provistos de 226 cañones.
Si bien a lo largo de la guerra hubo batallas ganadas y perdidas, tal como la toma por los ingleses de Portobelo, finalmente, estos se retiraron a Inglaterra sin conseguir el objetivo de la guerra , y como virrey del Perú, fue fundamental la figura del Marqués de Villagarcía en la guerra.
En el interior, uno de los graves problemas que tuvo que solucionar, fue la rebelión del indio Juan Santos Atahualpa, a causa de algo aparentemente poco importante, "el castigo que un doctrinero sobre un cacique local". Lo cierto es que la rebelión aumentó en intensidad , destruyendo en pocos días, más de 25 pueblos en medio de una lucha de guerrillas, hasta llegar la rebelión al virreinato del Nuevo Reino de Granada.
Aunque finalmente fue resuelta la rebelión, no cabe duda que afectó al buen nombre que el marqués de Villagarcía tenía en el gobierno de España.
Otro grave problema le debió afectar personalmente por ser el, la autoridad civil que tuvo que mandar ejecutar las duras sentencias , fue la actuación de la Inquisición, ya que el Virreydel Perúera un personaje culto y con experiencia en la vida.
Por ello, tuvo que asentir las condenas del tribunal inquisitorial, a veces con acusaciones tan pasajeras como la de Sabina Rosalía, acusada de "atar la agujeta", que consistía en esconder la aguja con que había sido amortajado un cadáver, en la ropa del hombre deseado por la mujer que había acudido a la santera, ya que de esta forma el hombre deseado quedaba "maléfico" y automaticamente prendado de dicha mujer. Finalmente fue ejecutada.
Por si fuera poco, tuvo que ver como su propio cocinero era condenado por la Inquisición.
 Tras tantos años de solucionar problemas, se le ordenó volver a España y dar cuentas del estado económico en que dejaba el virreinato, embarcando finalmente en septiembre de 1746.
Tristemente no pudo volver a su Villagarcía ya que fallece en la travesía en la madrugada  del 14 al 15 de diciembre, a los 79 años.
Su hijo Mauro mandó que le extrajeran el corazón y los huesos, para que posteriormente pudieran ser depositados en un panteón del convento de San Francisco de Cádiz.  

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