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El ritual del bautismo prenatal

Redacción revista eSmás | revista eSmás O Salnés Nº25 Verano 2023

El ritual del bautismo prenatal

La leyenda del ritual del bautismo prenatal es una historia popular que circula en la comarca del Salnés y cuenta la tradición de un antiguo rito que se realizaba para ayudar a las mujeres que tenían dificultades para concebir o que habían experimentado múltiples abortos. Aunque no se puede verificar históricamente, la leyenda ha perdurado en el folclore local y se transmite de generación en generación.

Según la leyenda, las mujeres que deseaban tener un hijo acudían al puente sobre el río Umia, en Pontearnelas, durante la medianoche para llevar a cabo el ritual. El momento elegido, la media noche, se consideraba un momento mágico y propicio para realizar el bautismo prenatal.

En el rito, se esperaba la llegada del primer hombre que cruzara el puente después de la medianoche. Este hombre desempeñaba un papel importante, ya que debía realizar una acción sobre el vientre de la mujer que buscaba concebir. Esta acción consistía en rociar agua sobre el vientre de la mujer, simbolizando así un acto de bendición y purificación. De esta forma, se creía que el agua del río confería poderes especiales para favorecer la concepción y garantizar un embarazo exitoso.

Tras completar el ritual, la familia de la mujer tenía la obligación de invitar a cenar a todos aquellos que cruzaran el puente. Se dice que todo lo que sobraba de la cena, incluyendo la vajilla utilizada, debía ser arrojado al río al finalizar la comida. Esta práctica simbólica representaba una ofrenda a las fuerzas naturales y al río mismo, como una manera de agradecer y sellar el compromiso con el deseo de tener un hijo.

En la leyenda, el hombre que participaba en el rito como el primero en cruzar el puente se convertía en el padrino de bautismo del futuro niño o niña que nacería. Además de esta responsabilidad, también debía asumir la tarea de buscar una madrina adecuada para el bebé.

Un aspecto destacado de la leyenda es la creencia de que la madre, al realizar el rito, también asumía un compromiso especial. Se decía que la madre se comprometía a que, si su hijo era un niño, se le llamaría Alberto, mientras que si era una niña, se le daría el nombre de Alberta. Esta parte de la leyenda refleja la importancia y el peso que se le otorgaba a los nombres en la tradición y cultura local.


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