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Entrevista a Blas Charlín

Redacción revista eSmás | revista eSmás O Salnés Nº14 - Otoño 2020

Coordinador y entrenador de fútbol internacional.
Entrevista a Blas Charlín

Blas Charlín es un verdadero trotamundos. Un futbolista con vocación de técnico y un profesional al que le van los grandes retos.A pesar de haber nacido en Cambados y considerarse un admirador de su tierra natal, este entrenador de fútbol no ha dudado en lanzarse a la aventura en varias ocasiones.Tras pasar por varios clubes de la zona (Xuventude de Cambados, Arosa S.C y Pontevedra), Blas Charlín aceptó una oferta para entrenar en el Benfica de Luanda y, posteriormente, en la Academia de Fútbol de Angola.Su experiencia vital en África lo marcó de por vida y lo vinculó a una tierra con la que a día de hoy sigue en contacto. Sin ir más lejos, gracias a su labor solidaria, los nombres de varios clubes de Cambados y España resuenan con fuerza en Luanda, a donde llega cada año material deportivo donado desde nuestra tierra.

 

Su insaciable ambición por crecer como entrenador lo han llevado a meterse de lleno en la filosofía de Celta Academy.El club vigués cuenta con academias de fútbol base repartidas por todo el mundo, entre ellas la de Brasov Rumanía y la de Campeche en México, en las que ha estado trabajando este cambadés. Blas Charlín forma parte de un ambicioso proyecto que pretende formar jugadores con unos valores deportivos y una calidad técnica que los haga identificables en cualquier club del mundo.

 

Aunque el coronavirus ha paralizado el nuevo proyecto, Blas Charlín ya ha puesto rumbo a México con más ilusión y fuerza que nunca.Su objetivo es buscar nuevos métodos de trabajo y volver a la normalidad de una forma segura para sus jugadores. Probablemente la competición esté paralizada hasta que haya una vacuna eficaz, pero si algo no sabe hacer este cambadés es quedarse quieto.

 

Eres un futbolista de pasión y vocación.¿Cómo empezó tu trayectoria en este deporte?

 

Pues la verdad que soy hijo de futbolista y de familia de futbolistas. Por parte de mi padre, y mira que era una familia muy amplia, todos sus hermanos colaboraron y jugaron en algún momento en el Club Xuventude Cambados. E incluso yo tuve la suerte de coincidir con mi padre en el campo antes de que se retirase. Yo suelo decir a modo de broma que nací en un campo de fútbol y mi hermano que vino después también siguió un poquito con la pasión y también es entrenador en el Xuventude Cambados. En casa somos cuatro hombres, mi padre y tres hijos. Mi madre tuvo la desgracia de tener a tres futbolistas.

 

Y bueno todo comenzó así, muy ligado al club de mi ciudad, mis amigos también estaban relacionados con el fútbol y empecé jugando ahí en las categorías inferiores hasta que a los 17 años tuve una lesión que me apartó del fútbol. Estaba jugando en la Liga Nacional Juvenil del Arosa S.C y fue aquí donde me retire como quien dice.

 

¿Cuando decidiste que te ibas a dedicar a la formación en el fútbol? ¿Fue pensado o simplemente surgió la oportunidad?

 

A partir de la lesión, tenía que buscar algo para seguir vinculado a lo que me gustaba que es el fútbol y no quedaba otra que ser entrenador. Además creo que era algo para lo que ya tenía vocación, siempre me gustó la figura del entrenador y de director del equipo. Y empecé en las categorías inferiores del Club Xuventude Cambados. Es algo que me da muchísima satisfacción.

Aún hoy en día, que hace más de 10 años que no entreno aquí, me encanta ir por la calle y que me vayan parando jóvenes, algunos ya adultos, que fui entrenando en alevines, en benjamines... Me gusta ver cómo han evolucionado y si se han convertido en futbolistas. Es un trabajo muy agradecido, especialmente el de entrenador de fútbol base.

 

Vivir del fútbol es muy complicado. Están los jugadores y entrenadores de élite que ganan mucho dinero, pero el resto tienen que sobrevivir a duras penas. ¿Te sientes un afortunado por poder vivir de tu pasión?

 

Sí, me siento un afortunado y más que eso. Como me decían en Angola: estás bendecido. Levantarme todas las mañanas y que mi trabajo sea el fútbol, pues sinceramente es como si no trabajase. Lo disfruto muchísimo y yo desde que me levanto hasta que me acuesto soy la persona más feliz del mundo en el sentido laboral. Mi trabajo está dentro del fútbol y le tengo que llamar trabajo pero si no me pagasen lo haría igual.

 

¿Que es lo que más te gusta de entrenar a niños?

 

Lo que más me gusta es el desarrollo, sobretodo en la formación de valores. Como entrenador me siento un educador. Me gusta ver la evolución de ese niño, ya no solo en el fútbol sino en el deporte en general. Crear prototipos de jugadores con unos valores y una forma de juego que, con el paso de los años, haga que sean identificables. Ahora te estoy hablando un poco del Celta Academy, aquí nos gusta que un jugador del Celta entrene como el Celta, juegue como el Celta y se comporte como el Celta. Tenemos una serie de valores muy definidos tanto dentro como fuera del campo, entonces nos gusta que ese jugador cuando vaya otro club sea identificable con nuestra academia.

 

En AFA Angola era un poco lo mismo también. Cuidábamos mucho a los jugadores, la formación y la educación. Ya no solo a nivel técnico y táctico, sino en cuanto a valores éticos.

 

En el 2015 te surgió la oportunidad de unirte a la Academia de Fútbol Angola. Te ofrecieron un puesto como técnico de cantera y no dudaste en lanzarte a la aventura. ¿Cómo te surgió esa oportunidad?

 

Bueno para precisar, a Angola llegué justo un año antes al Benfica de Luanda, que fue una historia un poco rocambolesca. La verdad que llegué por casualidades de la vida. Yo fui a jugar un partido a Portugal con el Pontevedra, que era el club donde entrenaba por aquel entonces y jugamos contra el Benfica de Luanda. Al director deportivo de allí le gustó como jugábamos, cómo entrenábamos y estaban buscando técnicos españoles para entrenar allí. Entonces me preguntó si estaría dispuesto a irme a Angola y yo le dije tu házme la oferta y lo hablamos. Seis meses después me llegó la oferta para entrar y no dudé absolutamente nada. Además era un equipo que había competido en las Afro Tasas, que viene siendo la Europa League de aquí en Europa y era el antiguo campeón de la Copa de Angola.

 

Y luego al año siguiente si fue cuando entré en AFA, que se puede decir que es la mejor Academia de Fútbol de África, y trabajan con una metodología completamente española, la formación en valores es impecable, aparte de que es un proyecto social y con unos resultados que se están viendo ahora con futbolistas que están saliendo de allí y están jugando en Brasil, Chile y otros países.

 

¿Qué fue lo que más te sorprendió cuando llegaste Luanda?

 

Pero respondiéndote a la pregunta que me hiciste, lo que más me sorprendió de allí fue a la llegada, parecía que estaba dentro de un documental. Yo soy muy fanático de los docus de viajes y cuando me recogieron en el aeropuerto yo no sabía donde mirar. Por un lado pasaba uno con una gallina, una parte estaba asfaltada, otra era camino de tierra, había un montón de gente por todas partes y entras en un estado de shock de ver cosas tan diferentes. Pero es una experiencia increíblemente maravillosa que creo que todos deberíamos vivir. Ya no solo el visitar África, sino vivir en esas condiciones porque te cambia la vida y la mentalidad.

 

Te tuviste que adaptar a un nuevo método de trabajo, pero también a una nueva forma de vida, una nueva cultura. ¿Cómo era tu vida allí?

 

Durante el primer año con el Benfica competíamos en una muy buena liga, pero desorganizada. Es decir, allí puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. Luanda es una ciudad caótica, quedábamos a las 7 de la mañana para entrenar por el calor, pero claro no todos llegaban a esa hora por problemas con el tráfico y demás. No todos venían siempre, alguno enfermaba a otro le surgía algo... No sé, allí siempre había que tener un plan B. Y ese era el día a día. Entrenábamos por la mañana y luego por la tarde nos poníamos a revisar partidos, trabajar la táctica y todo eso. Pero ya te digo. Había que tener un plan B y un C porque el A salía bien pocas veces, pero también te acostumbras a vivir con ello. Tienes que ir con la mente abierta y no te puedes enfadar ni ir con un régimen estricto porque no depende de ti.

 

 

 

 

 

Después de tu estancia en África, diste el paso al Celta convirtiéndote en técnico de la Academia del Celta en Rumanía. ¿Cómo contactó el equipo de Carlos Mouriño contigo?

 

Pues la verdad que desde AFA teníamos mucha admiración hacia la Escuela del Celta. Nos enfrentamos con el Celta en varias ocasiones. En torneos en Dubái, aquí en el Arousa Cup y ya teníamos buena relación. Entonces una vez vine a dar una charla de formación a los técnicos del Celta sobre el trabajo que estaba realizando en África, sobre el contexto y la adaptación de los jugadores, porque allí no tienen nada y aquí lo tienen todo.

 

Y al terminar la charla, el directos de las escuelas internaciones del Celta me lo propuso directamente, me dijo mira ¿te quieres ir a Rumanía? Y le dije sí. Yo ya no quería estar más en Angola porque el último año ya se nos había hecho complicado, por la situación económica del país, por la caída de la divisa se nos hacía muy difícil vivir allí y ya tenía ganas de acercarme un poquito a Europa. Sigo vinculado allí, porque es imposible desengancharme de todo lo que viví allí. No hay un día que no me acuerde de ellos o que hable con ellos, pero si que tenía que darme ese cambio y acercarme un poco a casa.

 

De hecho, sigues muy vinculado a Angola gracias a un proyecto solidario que has puesto en marcha. ¿En qué consiste esta iniciativa?

 

Se trata de un proyecto para llevar material de deporte desde aquí para que los equipos de allí puedan competir en condiciones, como una especie de patrocinio. Entonces ahora en Angola hay siete equipos que se llaman Spanish Soccer, hay un Club Juventud Cambados y también un Club Atletismo de Cambados porque llevan material donado por ellos. Ahora voy a formalizar un poco el proyecto para cubrir un poco gastos porque vamos creciendo. El año pasado en la Copa de Ribadumia conseguimos reunir 300 botas de fútbol que llevamos a Guinea Ecuatorial.

En la temporada 2018/19, lograste situar a la Academia del Celta en Rumanía en el puesto número siete del ranking de mejores academias del país. ¿Fue esa excelente labor la que te permitió acceder al actual puesto en México?

 

No, yo creo que no, pero si que fue un punto que marcó. Porque la verdad conseguir que la academia de Brasov, que tiene un presupuesto que no llega a los 180.000 euros, compita con academias que tienen hasta 8 millones de euros de presupuesto es realmente un triunfo. Lo que pasa es que como es una academia asociada y apadrinada por el Celta ya tiene una infraestructura de academia profesional. Con instalaciones propias, entrenadores titulados, con el trabajo con área... todo eso fue lo que nos dio las posibilidades. Entonces vino una especie de consultoría holandesa e iba evaluando todo, si teníamos metodología propia, si teníamos un proyecto definido, los resultados obtenidos... y sumando todo eso pues llegamos a situarnos dentro de ese ranking. Es como si aquí en España, el Arosa es reconocida como una de las siete mejores academias del país.

 

Ahora vas a emprender una nueva aventura en México, en la Academia del Celta de Vigo en Campeche. Se trata de la mejor academia de la península de Yucatán. ¿Cuales son tus expectativas en México?

 

El proyecto en México es muy muy ambicioso, pero ahora mismo hay que decir que por el tema del coronavirus está un poco parado. Nuestro objetivo evidentemente es mantener ese puesto y crecer a través de la creación de una nueva categoría semi-profesional, una sub-20. A nivel de medios e infraestructuras es muy difícil superar lo que nosotros tenemos allí y los resultados están ahí. El estado de Campeche es más beisbolero que futbolero, entonces si somos la mejor academia del estado y competimos de tú a tú con los mejores club de la península de Yucatán. Entonces nuestro objetivo es seguir construyendo una academia que trasmita esos valores del Celta que te comentaba antes aunque ahora la situación en México por la pandemia es muy muy mal, entonces la cosa está paralizada ahora mismo. Es posible que volvamos a los entrenamientos pero volver a la competición será más difícil hasta que no haya vacuna porque por desgracia allí la sanidad es muy diferente a la que tenemos aquí. Tenemos que hacer un esfuerzo para que todo vuelva a la normalidad de la forma segura y seguir dando guerra por México.

 

Tu que has viajado tanto. ¿Que es lo que más echas de menos de tu tierra natal cuando sales fuera?

 

Eso es fácil. Cuando vuelves, y no me refiero de viaje porque yo cuando viajo soy de los que echa de menos la casa a los cinco días, pero cuando estás fuera te das cuenta de que vivimos en un paraíso y somos unos verdaderos privilegiados. Quitando el clima, que puede ser debatibles para muchos que prefieren el calor y menos lluvia, pero te pones a comparar y ves que no hay ningún sitio en el que la gente viva ni la mitad de bien que aquí.

 

Te gustaría algún día vivir del fútbol en Galicia o España. ¿Lo ves posible?

 

Sí, yo la verdad siempre tengo la maleta hecha. Tanto para irme como para venirme. Ya estoy acostumbrado a esta forma de vida, que es perfecta para enlazar mis dos pasiones que son el fútbol y conocer el mundo. Entonces si me gustaría venir aquí pero también te digo que no sé cuanto aguantaría.Tendría que estar muy bien porque si me llega a venir una oferta de otro sitio, por ejemplo algo de Asia que es una zona que me tira mucho porque la conozco poco, pues creo que no me lo pensaría mucho.

 


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