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Entrevista a Javier Gago y Rivera Mallo, ex-alcaldes de Vilagarcía

Fátima Frieiro Santaya | Revista eSmás Vilagarcía Nº 16

Su experiencia les permite ver la ciudad desde la perspectiva de haber pasado, los dos, por la Alcaldía de Vilagarcía y por la presidencia de la Autoridad Portuaria
Entrevista a Javier Gago y Rivera Mallo, ex-alcaldes de Vilagarcía

 

             ENTREVISTA A JAVIER GAGO Y RIVERA MALLO

                                     EXALCALDES DE VILAGARCÍA

 

Su experiencia les permite ver la ciudad desde la perspectiva de haber pasado, los dos, por la Alcaldía de Vilagarcía y por la presidencia de la Autoridad Portuaria, las dos instituciones más importantes del municipio. Pese a sus conocidas y evidentes diferencias ideológicas, coinciden en aspectos fundamentales para la ciudad como son potenciar los recursos turísticos de la misma para atraer visitantes, la apuesta por las peatonalizaciones o la construcción de un centro de salud nuevo en la parcela de la Comandancia. José Luis Rivera Mallo fue alcalde entre el año 1983 y 1991 con el Partido Popular. Su testigo lo recogió, bajo unas siglas totalmente opuestas, el socialista Joaquín Javier Gago, que pasó a ocupar el principal sillón de Ravella que no abandonaría hasta 2007. Ambos analizan el pasado, el presente y el futuro de Vilagarcía.
 

Nació, creció y vive en Vilagarcía. ¿Cómo era la ciudad que recuerda de cuando era niño?

Rivera Mallo: Yo recuerdo una ciudad distinta que vivió momentos difíciles, pero que fue superándolos con dignidad. Era un entorno turístico y veraniego de primera magnitud. Recuerdo edificios singulares de indudable interés como la casa de Abalo, en el corazón de la ciudad, el edificio del Banco de La Coruña o la sede del Casino y su terraza. También el viejo muelle de madera o la terraza del Casablanca. Muchas de estas edificaciones desaparecieron, en algunos casos por falta de sensibilidad.

Javier Gago: Buf, era totalmente distinta. El mar llegaba hasta la avenida de A Marina, que no existía, y había dos escolleras que permitían que el agua llegara hasta la misma ribera. Recuerdo mucho el malecón de la Alameda donde nos sentábamos de espaldas al mar y cuando había temporal las olas pasaban por encima. Cuando salías del casco urbano lo que había eran caminos y pistas de tierra y muy poquito alumbrado. Desde la plaza Gómez Abal, en O Castro hasta A Baldosa era mi escenario de juegos.
 

¿Cómo es ser alcalde de la ciudad en la que uno nace?

R.M: Mi mayor satisfacción fue servir con lealtad, con honradez, con trabajo y con dedicación a todos los ciudadanos que me eligieron para ser su alcalde. Guardo un grato recuerdo de todas las personas que me acompañaron en mi gobierno municipal en aquellos 8 años, por su leal colaboración, sin olvidarme del apoyo que tuve en determinados momentos de la oposición.

J.G: Es un orgullo ser alcalde de tu ciudad. Creo además que la política local es la mejor escuela de cualquier político, dado que entre otras muchas cosas aprendes a escuchar y a no mentir. Recibes a la gente, hablas con ella, contemplas sus problemas e inquietudes... Tiene sus servidumbres dado que un alcalde nunca puede quitarse la camisa de político local. Si te preguntan tienes que atender a la gente, sea cuando sea.

      

 

 “La Vilagarcía del año 91 carecía prácticamente de todos los servicios”
 

¿Con qué proyectos en mente llegó a la Alcaldía y cuales le quedaron pendientes?

R.M: Mi misión principal fue volcar las gestiones para el logro de un equilibrio de servicios entre el centro de la ciudad y el rural, para que no hubiese ciudadanos de primera y de segunda. Nos volcamos en las zonas periféricas para corregir en gran parte el déficit de servicios que existía y a los que tenían legítimo derecho los ciudadanos. Se hicieron muchas infraestructuras culturales, deportivas y sociales. También se aprobó el PXOM como instrumento urbanístico y un largo etcétera. Sin duda todas las gestiones son mejorables y naturalmente existe el riesgo de error. Visto a largo plazo he de reconocer que algunas decisiones quizá en aquel entonces hoy fuesen condicionadas por otros aspectos, pero en aquel entonces se abordó todo lo que fue posible y factible.

J.G: La Vilagarcía del año 91 carecía de prácticamente todos los servicios, no solo de los básicos. Esos los tenían los tres núcleos principales, pero el resto no. Tampoco había infraestructuras educativas, culturales, deportivas o turísticas. No había políticas sociales ni política cultural. A lo largo de esos años se trabajó mucho en esos campos y se ha conseguido que Vilagarcía tenga todas esas cosas. Como todo el mundo dice se transformó de un pueblo a una ciudad, pequeña sí, pero con todos los servicios. Si yo pensara que hubiesen quedado cosas pendientes me hubiese presentado de nuevo otros cuatro años. Yo creo que fue un ciclo muy largo, de 16 años, y que fue suficiente para convertir en realidad lo que tenía en mente. Aparte yo tenía un buen equipo de concejales y una maquinaria administrativa que nunca me falló.

Usted fue, además de alcalde, presidente de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía. ¿Es posible una convivencia pacífica entre las dos administraciones?

R.M: Yo creo que no solo es posible, sino que es absolutamente necesaria. Ambas tienen que defender objetivos concretos y cooperar al desarrollo de Vilagarcía. La ciudad se juega mucho en determinadas decisiones y es necesario que Concello y Puerto caminen coordinadamente siempre defendiendo los intereses de la ciudad sobre otros de cualquier otro signo. Urge suavizar las relaciones entre las dos instituciones.

J.G: La convivencia entre administraciones no solo tiene que ser posible, sino que es necesaria y la que tuvo el ayuntamiento con todas las instituciones mientras nosotros gobernamos está a la vista. Yo siempre intenté hablar con todo el mundo, con criterios muy razonables. Durante años se hicieron convenios con el Puerto que acercaron ese espacio a la ciudad. Las nuevas generaciones no recuerdan que había una pared enorme que cerraba todo esto, que era Fexdega, y que se abría dos veces al año. Yo recomiendo que cesen las tiranteces, no por parte del alcalde que está haciendo todo lo posible.

Ahora que la polémica está tan en auge. ¿Ve usted un centro de salud en la Comandancia?

R.M: Yo opino que los compromisos hay que cumplirlos. Sin duda Viagarcía necesita imperiosamente de un centro de salud adecuado a los tiempos que vivimos y al modelo de ciudad que nosotros deseamos. El actual no dispone de esas condiciones y urge por tanto una solución definitiva.
Hay un compromiso para la Comandancia y debe cumplirse, aunque también es una zona que tiene sus carencias. Yo estudié este tema en profundidad y en su día, en mi etapa de alcalde, había hecho una propuesta de descentralizar el servicio con un centro de salud en la zona de Carril-Bamio y otro en Sobradelo- Vilaxoán. Así sería más fácil la atención a todos los ciudadanos y ganaríamos en comodidad.

J.G: Por supuesto. Si hay un sitio idóneo es ese. La gente puede ir andando y la que viene de las parroquias tiene el apeadero de autobús allí. Además de eso es una zona que tiene cientos de plazas de aparcamiento para los que vienen en coche. No veo zona mejor. Aún encima es un suelo que no hay que comprar, dado que el Puerto se lo cede a la Consellería y la Consellería puede construir.
Lo que pasa aquí es que hay una falta de voluntad por parte de la Autoridad Portuaria y de la presidenta y también por parte de la Consellería que deberían modificar.


  

 

 “Vilagarcía debe recuperar el liderzgo de la comarca”

Como alcalde vivió uno de los momentos más álgidos de Fexdega como motor económico de la ciudad. ¿Cree que el modelo ferial está agotado o que hay que potenciarlo para que conviva con el deportivo?

R.M: Sin duda Fexdega es una de las iniciativas más importantes de Vilagarcía y fue un verdadero acontecimiento por su pujanza e incidencia socioeconómica en Arousa y en general en Galicia. Se autofinanciaba pese a carecer de un recinto propio. Yo interpreto que hoy en día las muestras feriales deben fortalecerse. Las ferias sectoriales que vienen sembrándose en el nuevo recinto merecen un apoyo institucional y hay que potenciarlas en todo lo posible garantizando su futuro y haciendo compatible el uso ferial con el deportivo.

J.G: Recuerdo que mi primera obligación como alcalde, mi primer discurso, fue en la inauguración de Fexdega. El modelo de que cada año se gastasen millones en reponer los servicios que se habían destrozado solamente para diez días era un modelo abocado al fracaso. Mis compromisos fueron en dos sentidos: Despolitizar y profesionalizar la feria. Se consiguió porque se creó una Fundación en la que el alcalde no mandaba. Se profesionalizó cogiendo a una persona para ponerla al mando de la dirección de todo eso no diez días, sino durante todo el año para programar actividades y dar vida a Fexdega. Y eso funcionó. Tenemos unas instalaciones feriales de lo mejor que hay en Galicia. Sería una pena que de repente diéramos por finiquitado el futuro ferial de Vilagarcía y no buscáramos relanzarlo. Es compatible con el modelo deportivo.

Se habla mucho últimamente del modelo de ciudad. ¿Cual cree que es el modelo de ciudad que debe perseguirVilagarcía?

R.M: La primera medida es que este municipio necesita imperiosamente revisar el PXOM, actualizándolo y adaptándolo a las actuales condiciones económicas y sociales y diseñando un modelo de ciudad del futuro. Es necesaria la reserva de suelo para equipamientos públicos, espacios de ocio y cuantas acciones contribuyan a generar calidad de vida y empleo. Vilagarcía debe recuperar el liderazgo de la comarca y estrechar relaciones con todos los municipios de Arousa. Tampoco se puede renunciar a la industria y debe apoyarse al pequeño comercio. También hay que explotar al máximo los recursos turísticos, gastronómicos y patrimoniales.

J.G: El modelo de ciudad quedó más que establecido a través de dos PXOM que se aprobaron en Vilagarcía sin ningún voto en contra. En ellos se establecieron cosas importantes como que la altura urbana máxima fuese bajo y cinco, y se acabó con las normas de los años 70 que permitían construir según el ancho de la calle. Vilagarcía quedó así consolidada como una ciudad de servicios, una ciudad comercial, que es lo que es. ¿Tiene sus polígonos? Sí, tiene suelo industrial, pero no vivimos de la industria. Es una ciudad de servicios y también turística. El litoral de Vilagarcía es maravilloso y la gente que viene a Galicia en el verano de lo que escapa es del calor, y viene a comer y a dormir bien.

La playa de A Concha-Compostela no es, al menos en estos momentos, el mejor recurso turístico con el que cuenta Vilagarcía. ¿Cree que deben potenciarse otras cuestiones a nivel turístico?

R.M: Yo sigo insistiendo en que las playas son la gran asignatura pendiente que requiere de una solución inmediata con la supresión de vertidos de fecales a los arenales y el saneamiento de la Ría. Hay que dotar a nuestras playas, sobre todo a la principal, de instalaciones complementarias y servicios con suficiente gancho como para recuperar el viejo prestigio del que dispusieron en su día y que eran de lo más apetecible de Galicia. Son un instrumento necesario para emprender una campaña turística de largo alcance y una baza como lo están haciendo otros municipios de la comarca.

J.G: Es un privilegio tener una playa como esta, porque se llega por tren. A Silgar no se llega por tren, ni a la Lanzada. Aquí en el verano hay mucha gente que viene en el tren, que baja por Moreira Casal y eso es una comodidad. Es verdad que esta playa tuvo un handicap con la arena y es verdad que esos espacios que hay verdes con hierba deberían de intentar aprovecharse mucho mejor, equiparse más porque
son suficientes para poner muchas cosas. La Consellería decidió que tenemos que convivir con el marisqueo, no lo ha decidido en otras playas. Yo hubiese preferido que no. Yo hubiese preferido que lo que se hizo con un destino que era turístico no se convirtiera en otro, pero ahí está. Por supuesto que Vilagarcía tiene otras muchas bondades que se pueden explotar, pero hay que trabajar en ello, como puede ser la zona de O Castriño o Vista Alegre.


               
 

“Siempre creímos en la humanización de las ciudades”


¿Sí o no a las peatonalizaciones?

R.M: Sin duda peatonalizaciones sí. Es un modelo que no admite duda en una ciudad moderna y con futuro, pero hay que abordarlas con prudencia y siempre y cuando no perjudiquen al pequeño comercio y contribuyan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Entiendo que es necesario un estudio profundo, con consecuencias y efectos, y abordarla por fases con la condiciones que fuesen precisas.

J.G: Si, hombre. Nosotros fuimos pioneros. Desde siempre creímos en la humanización de las ciudades. Al princpio la gente es reacia, pero luego se da cuenta de las bondades... Humanizar las ciudades ha sido lo mejor que han podido hacer todos los gobiernos municipales. Significa crear espacios para vivir y estar, y no solo para pasar.

¿Cómo vendería Vilagarcía a aquellos que todavía no la conocen?

R.M: Vilagarcía es sin duda una ciudad privilegiada por su Ría, por la riqueza de esta, por sus paisajes, su gastronomía, situación geográfica, por la proximidad a Compostela, por su historia y rincones artísticos. Es una ciudad moderna con grandes posibilidades de futuro, excelentes comunicaciones por mar y por carretera y una población abierta, de gran hospitalidad. Insisto en que estamos muy bien comunicados con tres aeropuertos próximos, lo que nos acerca a España y a Europa.

J.G: Había determinados eslóganes de Vilagarcía que fuimos utilizando a lo largo del tiempo. Algunos están inscritos en el registro de la propiedad como Perla de Arousa. Yo creo que uno muy acertado es “Vilagarcía, cerca de todo”. Y en todos los sentidos. Yo vendería Vilagarcía como una ciudad en la que puedes sentirte seguro, en la que todos los servicios que necesitas están a tu alcance y una ciudad desde la cual te puedes mover absolutamente a todas partes. De hecho no hay otra ciudad en España que tenga un puerto de interés general, ferrocarril y dos aeropuertos a 45 minutos, solo Vilagarcía puede sentirse orgullosa de esa afirmación.
 

               “Vilagarcía es sin duda una ciudad privilegiada por su ría”

 








 

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