Redacción revista eSmás | revista eSmás Vilagarcía N47 Invierno 2024
La preparación del viaje fue un poco express. Partimos el día 1 a las 10 de la noche, un viernes, tras la riada del 29.
En esta ocasión entrevistamos a Paco Busto, responsable de Protección Civil de Vilagarcía de Arousa. Varios miembros de Protección Civil fuisteis a ayudar a la recuperación de la catástrofe sufrida en Valencia por la DANA del pasado 29 de octubre. ¿Qué fue lo primero que pensaste al conocer la magnitud de esta tragedia?
Lo primero que pensamos es lo que estábamos viendo en prensa, lo que nos llegaba por redes sociales y demás. Fue la primera composición del lugar que nos hicimos de lo que allí podía estar sucediendo. Ya despertó la inquietud de qué podemos hacer, algo podemos hacer, nada podemos ir a echar una mano. A partir de ese momento empezamos a sentir esa inquietud y a hacer las primeras gestiones para aportar nuestro pequeño grano de arena a lo que se vio que al final es una gran tragedia y una de las mayores catástrofes de la historia reciente de España.
¿Cómo se tomó esa decisión de que Protección Civil de Vilagarcía viajara para colaborar en estas tareas?
Esa decisión partió un poco de todos. Yo concretamente esa semana estaba de vacaciones, pero unos compañeros, a la vista de lo que estaba sucediendo, me dijeron: "Oye, podemos ir, nos gustaría ir a colaborar". A partir de ahí se empieza a mover todo. Empezamos a hablar a nivel de Xunta y demás, y si se iba a movilizar algún tipo de recurso para ir hacia allá. En un primer momento se nos dice que no, que no se va a movilizar nada. Entonces, ya a nivel nacional nos va llegando información e incluso comunicados en los cuales se solicita ayuda para ir a colaborar allí, para echar una mano. En ese momento nos ponemos en contacto con las autoridades de allí que estaban trabajando a pie de emergencia y nos dicen que sí, que hace falta personal, que hacen falta medios y nos coordinamos con ellos.
¿Qué entrenamiento previo tienen los efectivos de Protección Civil para afrontar emergencias como la que encontraron en Valencia?
Para afrontar una emergencia de este calibre es difícil tener un entrenamiento, porque es una gran emergencia, incluso con múltiples víctimas y muchos fallecidos. Pero sí que nos entrenamos diariamente, formándonos continuamente. Esto al final es una profesión, porque algunos de los que fuimos allí somos profesionales que cobramos por el trabajo de dedicarnos a las emergencias, y otra parte del contingente, concretamente tres, eran voluntarios. Cualquiera de los dos casos son personas que se están formando continuamente. Es multidisciplinar la protección civil, porque tienes desde una inundación hasta un incendio forestal, un incendio urbano, un rescate en un barranco. Tienes que estar formándote continuamente para la mayoría de situaciones. En este caso concreto, hay un curso de rescate en ríos y riadas. Compañeros nuestros lo hicieron este año y nosotros ya lo habíamos hecho con anterioridad. Aunque cuando llegamos, rescates como tal de personas arrastradas por la corriente ya no eran necesarios, el cometido era otro.
¿Cómo fue la preparación del viaje hasta Valencia y qué expectativas teníais al llegar al lugar de la emergencia?
La preparación del viaje fue un poco express. Partimos el día 1 a las 10 de la noche, un viernes, tras la riada del 29. Nos dijeron que debíamos ser completamente autónomos: llevar comida, colchones, sacos, combustible y todo el material necesario. Ese día 1, además festivo, estuvimos buscando víveres, preparando camping gas, combustible, cargando la maquinaria en los remolques... Empezamos en torno a las 11 de la mañana y a las 10 de la noche ya estábamos saliendo para Valencia, con los dos vehículos y todo el material preparado.
¿El viaje lo hicisteis por la noche?
Efectivamente, lo hicimos toda la noche. Hicimos algunas paradas, fuimos cambiando de conductores, y llegamos allí por la mañana. A las 9 de la mañana ya estábamos preparados para empezar a trabajar. Llegamos y el inicio de las tareas fue inminente.
¿Cuáles fueron las primeras impresiones del equipo al enfrentarse a estas imágenes devastadoras?
La primera impresión nos vino aproximadamente 75 km antes de llegar. Íbamos a la zona de Alfafar y Paiporta. En la autovía se desviaban todos los vehículos excepto los de emergencia o los que llevaban material. A las 7-8 de la mañana, una autovía sin tráfico, solo nosotros y algún camión. Al acercarnos más al punto cero, había vehículos a ambos lados, lodo por toda la autovía, vías con solo un carril habilitado. Al entrar en Paiporta, aquello ya era la guerra: coches apilados, calles llenas de lodo, túneles con coches encajonados. Las imágenes en prensa se quedan cortas con lo que se vive allí.
¿Qué tipo de tareas realizasteis durante esos días y cuáles fueron los mayores desafíos?
La tarea primordial fue achicar bajos, ya que podía haber víctimas en los garajes subterráneos. Nuestra misión era vaciarlos y comprobar que no hubiese víctimas. Mientras las bombas trabajaban, colaborábamos con los vecinos: abriendo rejas, puertas, limpiando calles y tragantes para evitar colapsos por el lodo. Comprobábamos todos los vehículos en los garajes para asegurarnos de que no había víctimas en su interior.
¿Cómo se gestionó la coordinación de otros equipos de emergencia y qué importancia tuvo vuestra labor para que fuera lo más eficaz posible?
Al final, en una emergencia de este calibre, la coordinación es fundamental, pero en esta gran emergencia, mucho más. Si no hay coordinación, el caos está asegurado. Lo primero que hacemos es ponernos a disposición de las autoridades. En este caso, había varios puestos de mando debido a la magnitud de la emergencia. Normalmente, en una emergencia tipo, hay un puesto de mando desde el que se gestiona todo. Sin embargo, dada la extensión y la cantidad de municipios afectados, había un puesto de mando principal instalado en Paiporta y varios puestos de mando subordinados.
Nosotros estuvimos adscritos al puesto de mando de Sedaví, desde donde nos coordinaban. Este puesto de mando lo gestionaba, en un primer momento, el ERICAM, el equipo de respuesta inmediata en catástrofes de la Comunidad de Madrid. Nos pusimos a su disposición, realizando las tareas que nos encomendaban: achicar bajos y colaborar con la población. Con el paso del tiempo, también realizamos otras labores secundarias, como asistir a las personas que lo solicitaban.
¿Qué herramientas y equipos llevasteis desde Vilagarcía y cómo resultaron estas labores de recuperación?
Como sabíamos cuál iba a ser nuestra misión, llevamos bombas de achique con una capacidad aproximada de 360.000 litros por hora, capaces de manejar agua con lodo y sólidos. Todo esto iba en un vehículo pequeño, ya que transitar por las calles era muy difícil. Las calles quedaron llenas de lodo y enseres dañados, lo que hacía casi imposible circular. Mientras los camiones grandes no podían acceder, nosotros, con dos vehículos ligeros y un quad, podíamos llegar a zonas de difícil acceso.
Además de las bombas de agua, llevamos equipos de excarcelación, un equipo de alta presión para limpieza y material variado para aperturas de puertas y ascensores. Esto nos permitió intervenir en garajes y lugares inaccesibles para vehículos mayores.
¿Qué tipo de impacto emocional tiene para ti y para los voluntarios trabajar en un escenario tan duro como este?
Por suerte, no localizamos víctimas, lo cual es lo más desagradable en este tipo de situaciones. Estamos acostumbrados a convivir con la desgracia de otras personas. Hicimos una labor psicológica, escuchando a vecinos que habían perdido sus bienes. Por ejemplo, un señor perdió su tienda, coches y furgonetas. Intentamos tranquilizarlos, explicando que lo material se repone y lo importante es que estaban bien. Aunque no encontramos víctimas, la magnitud de la tragedia deja huella.
¿Qué reflexión podrías hacer tras haber participado en esta emergencia?
La reflexión es que somos muy vulnerables. Creemos tenerlo todo bajo control, pero un fenómeno natural puede arrasar con nuestras vidas en horas. Las historias de los vecinos te hacen ver que, aunque vivamos en la era tecnológica, seguimos siendo frágiles. En Vilagarcía, tras las inundaciones de 2006, se hicieron obras preventivas. Aquel desastre fue causado por la combinación de incendios previos que dejaron el terreno impermeable y lluvias intensas.
Se habla mucho de formación en autoprotección. Creemos que debería ser una asignatura en los colegios, como la seguridad vial. Los niños deben aprender cómo actuar en emergencias, como hacen en Japón con los terremotos. Educar y formar para la emergencia puede reducir el número de víctimas.
Para terminar, ¿qué mensaje enviarías a las personas afectadas por la DANA y a quienes quieren colaborar en situaciones de emergencia como esta?
A las personas afectadas, les transmito ánimo y fuerza. Será un proceso largo, pero hay que asumirlo. A quienes quieran colaborar, les pido que lo hagan de manera organizada. No se puede acudir sin coordinación. Nosotros llegamos un sábado y fue caótico; los voluntarios andaban sin saber qué hacer. El domingo se establecieron puntos de encuentro y se organizó mejor la ayuda. Es fundamental dirigirse a las autoridades que gestionan la emergencia. Ellos deben indicar a dónde ir, qué llevar y cómo actuar. Ir sin planificación solo agrava el problema. Hay que evitar el "turismo de emergencia". Para ayudar, se necesita orden y organización.
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