Fátima Frieiro Santaya | Revista eSmás Vilagarcía Nº 15
Aunque nació en Vigo se siente de Vilaxoán, tierra en la que tiene sus raíces y sus recuerdos de verano
Nació en Vigo, en el barrio de Bouzas, pero su corazón también tiene un lugar obligado en la Ría de Arousa. En cierto modo, también se siente de Vilaxoán, tierra en la que tiene sus raíces y a la que asocia gran partede los veranos de su vida. Teo Cardalda (1962) guarda en su memoria y en su maleta grandes momentos de la música española y tras su primer éxito fulgurante con “Golpes Bajos” vive todavía de la música sin perder la esencia contestataria que caracterizaba a muchos de los artistas de los 80. Recuerda con nostalgia aquella época y habla sin pelos en la lengua de la globalización actual en el mundo de la música, de la incidencia política en la cultura y de las claves para sobrevivir en un mundo en el que el espectáculo tiene más pluses que la calidad musical.
Puede decirse que aunque nacido en Vigo, Teo Cardalda tiene mucho de vilaxoanés y, por extensión, de arousano...
Esta zona es fundamental en mi vida y forma parte de mis recuerdos. Mi padre es de Vilaxoán y yo siempre venía aquí a veranear, a ver a mis abuelos. Es una zona que se te pega, una zona fuerte, intensa... Vilagarcia, Vilaxoán, el Chocolate, mi padre, mis tíos, mis primos... La verdad es que eso se ha quedado muy muy grabado. Aquí me pasaron cosas estupendas. De hecho mi primer amplificador y mi primera guitarra eléctrica los compró en Japón un amigo de mi padre que estaba en un barco. Me acuerdo de que mi padre me cogió y fuimos a la Plaza de Vilaxoán y allí me salio con un Talmos y una guitarra. En aquel momento era oro, era como si ahora te dan el último modelo de Apple.
¿Qué años tenías?
Debía tener unos 10 o 11 años. Estamos hablando de cosas que ahora parecen muy asumibles pero que en aquel momento tener una guitarra o un amplificador venidos de Japón era una cosa fuera de lo normal.
Todo el mundo te conoce por tus inicios en Golpes Bajos. ¿Qué hubo antes de eso?
Pues antes de Golpes Bajos hay muchísimos escarceos y muchísimo amor a la música. Yo empecé muy jovencito, actuando en los festivales del colegio Labor en Vigo. Fue allí donde empecé a hacer los primeros pinitos. A partir de ahí con amigos del colegio y tal íbamos acumulando experiencias y aprendiendo. Lo que destaco de esa época es el esfuerzo y el pensar que podías dedicarte a eso y tener algún éxito.
Todavía había esa ilusión de la juventud...
Sí, claro. Eran unos tiempos mucho más inocentes que ahora. Con el exceso de información hemos perdido muchísima inocencia. En aquel momento las cosas se iban desembocando de una manera más natural.
Y llegó el éxito de Golpes Bajos con auténticos himnos. ¿Crees que en los 80 era más fácil triunfar que ahora?
Era un entorno diferente. Yo creo que socialmente en este país se estaba en otro punto, pero tiene muchísimo que ver con todo lo que estoy diciendo, con la inocencia y la curiosidad de hacer las cosas pensando que las estás haciendo bien y tener sueños y pensar en cosas que algún día puedes conseguir. En aquel tiempo en ningún momento pensabas que ibas a vivir de esto. No, para nada, y eso forma parte también del atractivo de esto. Era una actividad paralela a los estudios. Mi padre me empujó muchísimo en el tema musical porque él era músico y creo que también veía que yo me lo tomaba en serio y disfrutaba con lo que hacía. Yo creo que hacer lo que te gusta o vivir de lo que te gusta es el mayor tesoro que puede tener una persona. En aquel momento mi padre era híper recto con el tema de los estudios, aunque me apoyaba.
¿Cómo fue el arranque de Golpes Bajos?
En aquellos momentos sí que había canales y había grupos de gente muy grande que se preocupaba y tenía su función con respecto a la cultura y a los proyectos musicales y artísticos. Eso ha cambiado mucho. En aquel entonces había una compañía que te entendía, que sabía que tenía una joya entre las manos. Había programas de radio con programas expertos y gente que realmente amaba la música.
El lanzamiento de Golpes Bajos vino por un programa de televisión. Primero tuvimos la suerte de encontrar a Mario Pacheco, que era el presidente de Nuevos Medios, e irnos a Madrid a hacer el programa de Paloma Chamorro, “La edad de oro”. Hoy eso es impensable. En aquel momento era un programa por el que pasaban todos los frikis que había en el momento como Loquillo, Alaska, Carlos Berlanga... Ese programa lo veían 13 o 14 millones de personas. A partir de ahí yo volví a Vigo y sí que tuve que hablar con mi padre y decirle: “Papá, esto va en serio. Tenemos ya 30 conciertos firmados por toda España. ¿Qué hago? ¿Dejo la carrera o sigo en esto? Y decidimos que siguiese en esto.
Dices que esa oportunidad ahora sería impensable...
Sí. Yo tengo hijos músicos y ojalá que ahora mismo pudiesen asomar la cabeza. Lo de internet nos lo vendieron como que era la autosuficencia, pero asomar la cabeza ahora mismo en la red es complicadísimo. Ya no hay compañías de discos. Hay tres interesadas en singles y en artistas siempre con connotaciones extra musicales. No olvidemos que en aquel momento Nacha Pop ensayaban en un local lúgubre, casi con ratas, e iban creciendo cada día.
Digamos que se ha perdido un poco ese romanticismo de los 80...
Se han perdido muchas cosas. Yo creo que Vigo era una ciudad espectacular y también lo era Madrid. Madrid ha ido de mal en peor desde que ha tenido esa sucesión de alcaldes, entre comillas, que no han sabido mantener ese espíritu y esa libertad.
Tu proyecto con María Monsonís, “Cómplices”, llega en los 90, una época totalmente distinta...
Digamos que hubo un proceso natural. Veníamos del desparpajo y de la sorpresa generalizada, y también del desparrame. Realmente eran momentos en los que las drogas y el alcohol corrían como hoy el agua mineral. Era un momento de desinformación, ahí sí que lo había. Muchísima gente se quedó en el camino. En los 90 es verdad que te das cuenta de que lo que haces además produce dinero, que te permite vivir, hacer giras y parar para descansar y volver a componer. Todo se profesionaliza muchísimo. Grupos de pequeñas compañías independientes empiezan a ser tentados por grandes multinacionales y ya entonces nace la industria y la industria ya hace que se vendan muchos discos. Mecano vende por primera vez un millón de discos. Hay grupazos como Presuntos Implicados, Los Secretos... Cómplices aparece en un momento en el que se gana en profesionalidad, en seguridad en nosotros mismos, pero sí en el que, a lo mejor, también se pierde esa creatividad y esa gracia y desparpajo que en los 80... Grupos como Gabinete, que se atrevían a tocar con una bandera española o Parálisis Permanente, que le tiraban un sofá o a Germán, de Siniestro, que lo llenaban de lapos mientras cantaba y parecía que los lapos formaban parte de la esceneografía...
¿Cuando fue entonces el punto de inflexión?
Yo creo que la crisis viene a partir del 2000. Hay una estampida general y sí que empezamos a entrar en tics que tienen que ver con la globalidad. Empezamos a perder un poco de esencia y de personalidad. Es verdad que en la época de Golpes nosotros mirábamos para el Reino Unido, por ejemplo, éramos locos de Stranglers y de The Who, pero en los 2000 empieza a pudrirse todo, a haber un cáncer general de creatividad. Los discos ya no son discos completos que puedas empezar a escuchar del primero al tema 12. Entonces sí que empieza la debacle. Y ya cuando aparece OT, todo lo que pasa aquí, los programas de televisión... Yo creo que ahí es cuando todo se va al garete.
¿Crees que ahora se valoran otras cosas más que la propia música?
Yo creo que es un problema de incultura política. En estos últimos años la cultura se ha perdido. Lo que pasa es que a mí, que no considero para nada que la cultura sea un tema secundario, ya no me importa porque veo problemas tan urgentes que no tienen nada que ver con la cultura que se supone que la cultura es un lujo. Hay mucha gente en Francia, Alemania e Inglaterra que insiste en que la cultura es la mejor droga que puede haber para el pueblo y aquí en los últimos años se ha destruido.
¿Tiene que ver algo la televisión en todo esto?
Creo que TVE tiene muchísima culpa como televisión pública de no tener ahora mismo ningún programa que sea un escaparate musical. Yo creo que la televisión pública nació con vocación educacional y que debería ser así. No tienes presiones de audiencia ni tienes que justificar nada como es el caso de una televisión que se mantiene de fondos públicos. Su objetivo no debería ser competir con cadenas privadas que sí necesitan tener unos rangos de publicidad y unos ingresos. Ahí TVE no lo ha hecho bien. La última ha sido provocar ese reencuentro de Operación Triunfo, que fue un programa espantoso y con unas críticas espantosas, pero además ya vergonzoso a nivel técnico. Yo lo vi y no entiendo como es posible que en el 2016, con los avances que hay, ese programa pudiera sonar como estaba sonando. La gente desafinó... Vi una crónica en El País demoledora de la que yo no me alegré, porque sí que es verdad que yo produje en su momento a Nuria Fergó y conozco a Bisbal y a Bustamante y son unos chicos estupendos, pero estamos hablando de que otra vez vuelve el peligro de que volvamos a retomar una cosa que en su momento funcionó y que vuelvan a hacer espectáculos de este tipo en “prime time” en una televisión pública.
A mí me consta que TVE recibe proyectos para hacer programas musicales (unos 300 al trimestre) muy serios y de gran calidad. Si el poder judicial no lo consigues separar del poder político, imagínate el poder mediático. No se hacen cosas porque al final siempre están en manos de gente con intereses. La gente ve lo que le des y en TVE debería haber gente con dos dedos de frente.
No existe la clave del éxito, pero bien es cierto que hay grupos que empezaron hace décadas y que siguen sonando...
Sí que es verdad que, a pesar de todo, de que se supone que los tiempos han cambiado y que ha habido un relevo como es normal, sí que la gente sigue muy obsesionada con los 80. Hay muchos documentales, salas en España que programan solo grupos de los 80, recopilaciones... Eso es llamativo y está bien. Me gustaría saber si dentro de 20 años puede haber 15 o 20 grupos como los hay ahora que representen una época... Los 80 fueron una época muy brillante y los grupos eran mundos diferentes. Ya no solo musicalmente, sino también estéticamente. Tú coges Radio Futura, Gabinete, Parálisis y a Los Secretos y eran cinco mundos diferentes. Eso es lo bueno. Ahora coges a La Oreja de Van Gogh y a este grupo de Oviedo que fue a Eurovisión y otro más y los sonidos son iguales. Yo lo comparo a cuando todo el mundo viste de Zara. Ahora son momentos de globalización, de que todos somos iguales y eso es un poco lo que yo hecho en falta.
¿Se siguen vendiendo discos a pesar del Spotify y del Youtube?
Sí, sobre todo vinilos. Hay gente que ama la música y hace lo mismo que hacíamos nosotros hace 30 años, que era comprar un disco al día siguiente de que saliera y ver las fotos y leer los créditos y estudiarlo y disfrutarlo.
Hace unos años, en 2012, volviste a tus orígenes arousanos para convertirte en el primer artista en musicar a Valle-Inclán. ¿Cómo fue ese proceso?
A mí me gusta la música y siempre me gustó la poesía también. Galicia siempre ha estado muy presente y yo tengo muy claro que acabaré aquí en unos años. Lo de Valle-Inclán sucedió al entrar en contacto a través de mi primo con Pancho Valle-Inclán.. Antes ya hubo un disco de poetas gallegos musicados y fue ahí donde nació el regustillo de decir que tenemos aquí material de un poeta universal, un cascarrabias maravilloso con el que estamos totalmente identificados. Valle-Inclán no es la típica persona convencional y plana sino que es todo lo contrario, es controvertido y arriesgado, muy difícil de entender a veces y eso para mí es interesante. Nos pusimos a trabajar en ese proyecto y estuve durante un par de años porque realmente era complicado musical. Su escritura no es muy cuadriculada y costó. La única que se había atrevido era Cecilia, que sí que estaba preparando temas con letras de Valle, pero tuvo el accidente en el que murió viniendo de Vigo y el proyecto se truncó.
¿Y cómo ha sido su acogida?
El proyecto es estupendo y lo hemos movido en algunos sitios como en el teatro Alcalá de Henares. Está ahí guardado, pero peleando como siempre con las instituciones que a veces se gastan un dinero tremendo en traer a Bisbal a un sitio y se olvidan que estaría bien intentar hacer algo diferente. Nuestra idea ahora es moverlo un poco más.
En el homenaje que Vilaxoán le hizo a Gonzalo Bouza-Brey tras su fallecimiento también musicaste alguno de sus poemas. ¿Hay algún proyecto similar al de Valle en mente?
Gonzalo también era un personaje maravilloso. Era de esta zona que te “loquea”. Era una persona muy curiosa, un loco maravilloso y con una poesía estupenda y magnífica. Me produce una auténtica satisfacción haberlo conocido unos años antes de que falleciera. Lo cierto es que este año ha sido el año de muchísimos poetas, de Rosalía, de Camilo José Cela... Hay mucho que hacer aquí.
Uno de tus hijos está inmerso en el mundo de la música. ¿Qué le recomiendas?
Es músico profesional y es un chaval muy válido. Hace cosas buenas e interesantes. Está en grupos, está en la escuela de música que tenemos en Torrelodones y colabora con Cómplices. Sus grupos son buenos, pero intentan sobrevivir y asomar la cabeza a nivel serio. Yo siempre me acuerdo de lo que pasó con Amaral en su momento. Aquel fue un proyecto que yo viví, un proyecto de persistencia y de apostar y apostar. Yo creo que hoy en día encontrar a alguien que siga creyendo en ti a pesar de que saques un single que no funcione es complicadísimo. Todo es a base de inversión y beneficio, que vale, es importante pero no lo principal.
¿Qué proyectos tienes ahora a corto plazo?
Pues estamos haciendo gira, componiendo, haciendo canciones para otros artistas... Ahora va a salir un disco muy importante fruto de cuatro meses de trabajo. Es una reedición de uno de los discos más importantes que produje en mi vida, el de Ray Heredia, un gitano de la primera formación de Ketama. Hace 25 años, y tras irse él de Ketama, hicimos un disco llamado “Quien no corre vuela”. Se reedita con sus canciones interpretadas por nombres como Alejandro Sanz, Rubén Blades, Vetusta Morla, todos los Carmona... Es un disco espectacular que rinde homenaje a un artista que también vivió muy pronto, que de hecho falleció seis meses después de la salida de su disco por sobredosis. Era una persona con mucha prisa y demasiado talento que se convirtió en un Kurt Cobain del mundo flamenco.
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