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Francisco Asorey, escultor cambadés

Victor Viana - historiador | revista eSmás O Salnés N 31 Invierno 2024

La obra de Francisco Asorey se caracteriza por una profunda conexión con la tradición gallega.
Francisco Asorey, escultor cambadés

Francisco Hipólito Asorey González, nacido el 4 de marzo de 1889 en Cambados, se consolidó como una de las figuras más influyentes de la escultura española del siglo XX. Desde su infancia, demostró un talento artístico excepcional, marcado por una inclinación instintiva hacia la talla en madera y una capacidad para plasmar figuras religiosas que llamaban la atención de su entorno.

Nació en el seno de una numerosa familia gallega. Fue el menor de los ocho hijos de Antonio Asorey Rey, originario de A Coruña, y Elisa González, de Cambados, quienes habían emigrado a Buenos Aires antes de regresar a Galicia con una considerable fortuna. La pérdida temprana de su madre marcó su infancia, pero encontró consuelo en su madrastra, quien jugó un papel importante en la crianza de los niños.

Desde joven mostraba una clara vocación artística. Se escapaba del colegio para tallar figuras en madera, lo que le valió reprimendas y castigos familiares. En una ocasión, sus padres arrojaron sus herramientas al pozo para intentar disuadirlo, pero Paquiño, como lo llamaban cariñosamente, arriesgó su vida para recuperarlas. Esta determinación convenció a su padre de que debía apoyar su talento.

A los 14 años, Asorey fue enviado a estudiar al colegio de los Salesianos de Sarriá, en Barcelona. Allí, bajo la tutela del escultor Parellada, su talento floreció. Aprendió sobre historia del arte, iconografía y técnicas escultóricas que más tarde definirían su estilo. Incluso durante la travesía en barco hacia Barcelona, dejó una impresión duradera al modelar una cabeza de barro que impresionó al capitán del barco.

En Sarriá, obtuvo varios premios y, con solo 17 años, fue nombrado profesor de dibujo en el colegio salesiano de Baracaldo. En esta etapa, estableció un taller junto a los escultores vascos Julio Beobide y Juan Guraya, donde revolucionó la técnica de policromía en madera. Introdujo el uso de materiales como puntas metálicas y desarrolló un método para aprovechar las vetas y relieves naturales de la madera, creando un efecto pictórico único. Posteriormente, se trasladó a Madrid, donde buscó nuevas oportunidades artísticas. En la capital, trabajó con el escultor Cruz Martir y estableció vínculos con artistas como Julio Romero de Torres. Este contacto enriqueció su visión artística y le permitió explorar nuevas temáticas, más allá del costumbrismo vasco o gallego.

En 1918, se estableció en Santiago de Compostela tras obtener una plaza como escultor anatómico en la Facultad de Medicina. Aquí se integró en el "Cenáculo de los Inmortales", una tertulia de intelectuales y artistas que marcó el apogeo cultural del Café Suizo. En 1919, se casó y comenzó a enviar sus obras a las Exposiciones Nacionales, donde obtuvo gran reconocimiento.

La obra de Francisco Asorey se caracteriza por una profunda conexión con la tradición gallega, pero también por su capacidad para innovar. Sus esculturas combinan elementos simbólicos y costumbristas, reflejando tanto la realidad social como la espiritualidad de su tiempo.

Entre sus obras más destacadas se encuentran el Monumento a Cabanelas y el Retrato del violinista Manuel Quiroga, ambos en Pontevedra, así como La muerte acecha tras la doncella, ubicada en el Cementerio de Pereiró. Estas piezas evidencian su maestría en la técnica y su sensibilidad artística. También destacó por su compromiso con la escultura religiosa, aunque con un enfoque renovador. Sus tallas de Cristos y santos, que comenzaron como un juego de infancia, se convirtieron en obras de profundo simbolismo y gran impacto visual.

Su influencia trasciende su obra, ya que también dejó una marca en la formación de nuevas generaciones de escultores. Su método para integrar técnicas tradicionales con elementos modernos sigue siendo estudiado y admirado.

Falleció el 2 de julio de 1961 en Santiago de Compostela, dejando un legado artístico que define la escultura gallega del siglo XX. Su vida y obra son un testimonio de cómo el talento, la pasión y la perseverancia pueden transformar a un niño autodidacta de Cambados en un maestro indiscutible de la escultura.

Francisco Asorey no solo es un referente de la cultura gallega, sino también un innovador que supo fusionar tradición y modernidad para dar forma a un estilo único e inconfundible. Su arte sigue vivo en las esculturas que adornan su tierra natal y otros rincones de España, perpetuando su memoria como uno de los grandes artistas de su tiempo.

  

  

 

 

 

 

 

 


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