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Hambre emocional

Elvira Romay Cousido | revista eSmás O Salnés Nº25 Verano 2023

Hambre emocional

Estamos aburridos, tristes, enfadados, estresados o ansiosos. Llegamos a casa y abrimos la despensa y la nevera varias veces. Nuestra mente nos dice que después del día que hemos tenido nos merecemos algo dulce, o algo salado, patatas fritas de bolsa o esos bollitos de chocolate cumplirían la función. Y comiéndolos seguimos queriendo comer algo más. ¿Estamos comiendo porque tenemos hambre? No. Es otro tipo de hambre, es el hambre emocional.

A diferencia del hambre fisiológica, una vez que comes no sientes la sensación de saciedad, necesitas más. El vacío que llena esta hambre emocional no es en el estómago, es un vacío interno dentro de nosotros, un malestar emocional que nos lleva a buscar refugio en la comida y nos fijamos en el  sabor de ese alimento, en el aspecto, o en su textura. Comenzamos a comer muy frecuentemente, en solitario y sin un horario establecido.

La comida se convierte en algo que ocupa nuestros pensamientos durante el día, pero no comemos por hambre sino para calmar nuestro malestar y darnos al mismo tiempo placer. Pero ese placer es momentáneo y tiene consecuencias. Aparecen después los sentimientos de culpa “lo que he engordado” y los problemas de salud, sobrepeso u obesidad. Qué podemos hacer:

1 - Escuchar nuestro cuerpo, nuestro estómago. Y estar pendiente de comer cuando tenemos hambre fisiológica. Ser consciente de la sensación de saciedad y parar cuando la sintamos.

2 - Establecer un horario para nuestras comidas, no comer entre horas. Es bueno planificar nuestras comidas y hacer la lista de la compra con opciones saludables.

3 - Beber más agua. Antes de empezar a comer emocionalmente, detente unos segundos, toma aire, inspira, cuenta hasta cinco y bebe un vaso de agua. Te sentirás mejor y detendrás ese impulso por comer.

4 - Alimentos saludables a la vista. Retira, esconde o directamente no compres alimentos altos en azúcares y grasas saturadas.

5 - Comer con consciencia plena. Preguntarnos qué comemos, cómo y por qué lo estamos comiendo. Así tomaremos decisiones sobre la comida siendo más conscientes, en lugar de comer en piloto automático.

6 - Evita las distracciones. No comas con dispositivos electrónicos, hará que comas sin darte cuenta de la cantidad que estás comiendo.

7 - Comida en el plato. Lo que comas ponlo en el plato. Evita comer de pie.

8 - Muévete. Salir a caminar solo o con compañía. Anotarte a clases de baile o pilates hará que conectes con tu cuerpo y que manejes mejor los niveles de estrés.

9 - Comparte tu malestar emocional con alguien y si no es posible, acude a algún profesional de la salud mental si fuese necesario.

10 - Respiración consciente. Las técnicas de relajación y la meditación son recursos valiosos para controlar nuestro estrés, nuestra ansiedad y también nuestra hambre emocional.

Identifiquemos si tenemos hambre emocional y escuchemos con atención cuáles son las emociones que sentimos y qué nos están diciendo. No solucionamos nuestro malestar psicológico comiendo, porque añadiremos más problemas a nuestra salud. Con una alimentación más pausada y consciente escucharemos mejor nuestro cuerpo y llevaremos una vida más sana.


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