Ana María Vidal fragua |
¿Cómo? ¿Es eso cierto? Pues sí. Pero antes de explicar por qué, vamos a hablar un poco de ella. La cerveza es una bebida fermentada de baja graducación alcohólica y con unas características especificas en su composición que le proporcionan un especial interés nutritivo.
La cerveza es el único producto alimentario que utiliza lúpulo en su elaboración. Desde la antigüedad el lúpulo se ha utilizado en la medicina tradicional para tratar distintas dolencias y enfermedades por su acción antibacteriana, su actividad antiinflamatoria y sus propiedades sedantes y diuréticas. Este uso terapéutico es todavía utilizado en la industria farmacéutica moderna.
Un trabajo realizado en un grupo controlado de monjas de clausura por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) y la Universidad de Valencia indica que el lúpulo contenido en la cerveza podría prevenir enfermedades.
Tras el consumo de cerveza sin alcohol por parte de las monjas de clausura participantes en el estudio, se analizaron los niveles de colesterol total, HDL colesterol, LDL colesterol, LDL oxidativa y triglicéridos. Se observó una disminución de las LDL oxidativas en un 8% ya que la cerveza protege a las LDL contra la oxidación. Este es un dato de gran interés, puesto que esta lipoproteína es un factor de riesgo en la patología cardiovascular.
En lo que respecta a los parámetros de los marcadores de inflamación, se observa que el lúpulo disminuye en un 31% los niveles de proteína C reactiva. La proteína C-reactiva es producida por el hígado y su nivel se eleva cuando hay inflamación en todo el cuerpo. De hecho se considera que la proteína C reactiva determina el riesgo de cardiopatía en una persona cuando su nivel es alto.
¿Nos vamos de cañas para desoxidarnos?
Esta bebida, además, tiene una capacidad antioxidante global significativa, ya que posee valores similares a otras bebidas alcohólicas como el vino y no alcohólicas como el mosto (en general, las bebidas tradicionales fermentadas). De los estudios realizados se desprende que el tipo de cerveza no influye en el poder antioxidante: tanto las negras, las rubias y las sin alcohol poseen valores similares, ya que esta presencia de antioxidantes proviene de las materias primas.
Los polifenoles de la cerveza proceden principalmente de la cáscara de la cebada y del lúpulo, mientras que las melanoidinas proceden del mateado. Es importante destacar determinados carbohidratos que actúan como azúcares reductores y ejercen una actividad antioxidante, al menos desde el punto de vista químico. Se trata de las vitaminas del grupo B y ácido fólico, que proceden de la malta y cuya concentración suele aumentar durante la germinación de la cebada.
¿Otra ronda contra la inflamación?
Otro estudio publicado en el número de marzo de International Immunopharmacology, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Innsbruck (Austria), indica que el consumo moderado de cerveza puede tener efectos protectores sobre los procesos inflamatorios. El departamento de Biología Química de esta universidad ha realizado un estudio en el que se analiza la producción de neopterina y la degeneración de tripotófano al estimular las células sanguíneas (linfocitos y monocitos) con fitohematoglutenina.
Vayamos por partes. ¿Qué es la neopterina? Se trata de un producto liberado por los monocitos estimulados con características proinflamatorias. Esto quiere decir que la neopterina en alto grado está relacionada con la presencia de infecciones y varios tipos de desórdenes inflamatorios.
¿Y el triptófano?
Un aminoácido esencial que se obtiene a través de la alimentación.
El cuerpo humano utiliza el triptófano para alcanzar niveles óptimos de serotonina, un neurotransmisor importante para el organismo por su efecto modulador sobre un número considerable de funciones, entre las que destaca la regulación del estado de ánimo.
En condiciones normales las células sanguíneas periféricas (las de los brazos y piernas), al ser estimuladas, aumentan la producción de neopterina e inician una degeneración del triptófano. Cuando estas células se incuban con tres diferentes tipos de cerveza (incluyendo una sin alcohol) se reduce la producción de neopterina y la degradación de triptófano. Suena bien, ¿verdad? Pero recuerda: bebe con moderación, o todos sus beneficios se irán al garete.