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La fundación de la iglesia y convento de Vista Alegre

Víctor Viana | revista eSmás Vilagarcía Nº 37 Verano 2022

“la transcendencia que tuvo dicho convento e iglesia, establecía la constitución de una plaza de médico”
La fundación de la iglesia y convento de Vista Alegre

El vilagarciano don Fernando de Andrade estaba destinado a servir a la Iglesia y tras estudiar la carrera eclesiástica en Salamanca marcha a Roma en el año 1603, lugar al que era necesario ir si se quería escalar puestos en la estructura del catolicismo. Efectivamente pronto accede al importante arcedianato de Écija siendo a  la vez nombrado canónigo de la catedral de Sevilla, y en 1628 alcanza el obispado de Palencia, y con tal motivo, el testigo del proceso de nombramiento, Francisco Lanzós, dice que tendría aproximadamente 44 años, lo que hace suponer que habría nacido en Vilagarcía en 1584.

A partir de entonces, su ascenso fue haciéndose más rápido, de tal forma, que en 1631 es propuesto para la importante diócesis de Burgos como arzobispo, y durante su estancia en dicha sede es nombrado virrey de Navarra y presidente del Consejo de Cantabria. En el año 1640 pasa a ser obispo de Sigüenza, y en 1643 obtiene la noticia de la gran aspiración de don Fernando: ser presentado para la sede de Santiago de Compostela.

Mientras se fueron solucionando los trámites para la toma de posesión de la Iglesia Compostelana, don Fernando de Andrade acude al palacio de Vista Alegre, en donde descansará hasta que lleguen los enviados del Cabildo de la Catedral para darle prisa en su entrada a Santiago. Era una forma de hacerles ver a los canónigos de la catedral que debían esperar porque el era una persona importante y ya lo decidiría. De todas formas, López Ferreiro señala que dicha tardanza era por la construcción de la Iglesia y Convento de Vista Alegre que se estaban construyendo al lado de su palacio, o bien por el litigio que tenía con el cardenal Spínola sobre los desperfectos en diversos lugares de la diócesis.

Es por ello, que según el historiador de la Iglesia Compostelana, Antonio López Ferreiro, el 12 de Agosto de 1645 “se nombraron dos prebendados para que fuesen a Villagarcía a suplicar al Arzobispo que se sirviese venir a Santiago y a exponerle las razones que había para ello”. Será definitivamente don Pedro de Navia y Osorio quien tome posesión del arzobispado en nombre de don Fernando de Andrade. Este don Pedro era la mano derecha del arzobispo, y procedía de la casa de Navia de Vilagarcía situada al lado de la capilla de San Roque, enfrente del actual Instituto de Segunda Enseñanza, al cual le encargaría el inicio de las obras de la Iglesia Parroquial de Santa Eulalia de Arealonga. Lo cierto, es que “era evidente la construcción de la Iglesia de Vista Alegre que estimaba terminar cuanto antes, ya que deseaba que en ella fueran enterrados los miembros de su familia, tales como los restos de sus abuelos paternos, sus padres, sus tíos paternos: Lope de Mendoza, Juan de Mendoza, Fray Jorge de Mendoza, García Andrés de Mendoza y sus hermanos, Jerónimo de Mendoza y  Pedro de Mendoza.

Respecto al Convento de Vista Alegre, al principio fueron los franciscanos los que intentaron convencer a don Fernando para establecerse en el mismo, “con la posibilidad de convertirlo en un gran centro de formación de misioneros” tal como ocurriría en Herbón. Posteriormente serían los jesuitas los que quisieron convencer al arzobispo para hacer un gran centro de educación. Después de mucho pensarlo, don Fernando ordenó que fueran las Agustinas Recoletas las que ocuparan el convento. Sobre esta elección, la publicación “El Recreo Compostelano” dice que fue por su madre por lo que decidió que fuesen la Agustinas. Dice a este respecto que le dijo al arzobispo: ”Yo quisiera vestirme de sayal i al lado de mi caro esposo rezar por su alma día y noche. Esto ya veis que es imposible... en mi palacio solo hay la Capilla donde vos habéis sido bautizado i muerto vuestro padre... a no traer el cadáver”. A ello, contestaría don Fernando diciendo: ”Bien Señora, si quereis profesar, tendréis un convento donde queráis”.

Sigue comentando la citada publicación que, terminaba el año 1644 y “Doña Urraca de Osorio se vistió el hábito de monja y de Priora de Fundación del citado convento. El arzobispo firmaría entonces las actas de Fundación del citado convento con una serie de aclaraciones para el buen funcionamiento del convento, tales como: “Ha de quedar y correr de cuenta de las dichas religiosas y convento, el tener siempre bien repartidas dichas Iglesias Alta y Baja y Casa y Convento y el comprar y tener todos los ornamentos y cosas que les fueron entregadas, así para el servicio de dichas iglesias como de dicho convento al tiempo que fueren admitidas y empezaran  a habitar dicha casa y clausura”.

Añade que “las ceremonias religiosas diarias quedaba bien claras en las escrituras”, aclarando que “la comunidad religiosa tendría una renta de diez y ocho mil reales”, y que todos los días y perpetuamente se hagan decir y digan en la dicha Iglesia de Señor San Cristobal tres misas a las horas de la devoción y por la intención que señalo en la Escritura. Señala que “por nombramiento del Patrón han de ser admitidas para religiosas profesas de  Velo, siete doncellas,  han de ser de las mismas calidades de buena fama, vida y costumbres y según se requiere, según los estatutos de dicha Orden sin que les pueda pedir dote alguna”. Ya que la idea de don Fernando era que en la iglesia fueran enterrados sus familiares, aclara que “dichas señoras religiosas no han de poder en tiempo alguno el dar ni señalar sepultura en dicha Iglesia”.

Por las trascendencia que tuvo dicho convento e iglesia, establecía la constitución de una plaza de médico para “la salud de sus habitantes”, para lo cual  destinó ”300 ducados de salario para dicho médico sobre la renta de las salinas”, y “ha de curar de todas enfermedades a dichos señores de la Villa de Villagarcía y no en otra parte” y también a las religiosas del convento, al confesor, capellanes, y a los estudiantes “que asistan al Estudio de dicha villa y a los Maestros de Gramática, y a tofos los pobres que hubiere en dicha villa”.  

 

 

 

 


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