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La parroquia de Santa Eulalia de Arealonga y su iglesia

Victor Viana - médico e historiador. | revista eSmás Vilagarcía Nº33 - Verano 2021

En cuanto a “Arealonga”, tanto en el caso de Vilagarcia como en otros de Galicia, se refiere a zona de playa grande.
La parroquia de Santa Eulalia de Arealonga y su iglesia

Es prácticamente indisoluble la parroquia como entidad geográfica perteneciente a un municipio, de la parroquia como lugar donde se reúnen los cristianos. Así, la iglesia parroquial reúne ambas entidades, y por ello, hablar de la parroquia de Santa Eulalia de Arealonga es hablar de su iglesia parroquial.

El filólogo, medievalista y profesor Manuel C. Díaz y Díaz comenta en su estudio sobre “La cristianización en Galicia” que “las iglesias dedicadas a Santa Eulalia fueron muy numerosas en su origen, y que probablemente fuera debido al estar relacionadas con la primera vinculación de Galicia con la Lusitania, y al hecho de que el número de mártires hispanos fuera bastante reducido, por lo que el martirio de Santa Eulalia, probablemente en Mérida, se extendiera rápidamente por toda Galicia”. Prueba de ello es que Santa Eulalia es la titular de 138 parroquias en Galicia.

Como es sabido, la primitiva zona hispana conocida por tal nombre que englobaba a Galicia, tenía a Mérida como capital, y en dicha ciudad sufrió, entre los siglos III y IV, tormento y muerte Santa Eulalia, también conocida en Galicia como Santa Baia y Santa Olalla, que serían los primitivos nombres con que sería honrada en Galicia.

Dice Xesús Ferro Rubial que la forma Eulalia sería posterior, y que “sería unha forma cultista de introducción recente por influxo da Igrexia por cadrar coa forma castelá, de feito só as formas enxebres deron apelidos galegos, como Santalla, Santabaia y Santoalla”.

En cuanto a “Arealonga”, tanto en el caso de Vilagarcia como en otros de Galicia, se refiere a zona de playa arenosa y grande, de igual forma que son conocidas las playas de Arealonga de Barreiros, de Vicedo, de Foz, Chapela, etc.

Se sabe que la iglesia de Santa Eulalia de Arealonga ya existía en el año 900, tal como se desprende de la donación de diversas propiedades, entre las que se encuentra esta iglesia, que hace el rey Ordoño II, el 26 de junio del año 912 al obispo Sisnando de Compostela, y este a su vez hace confirmación de esta donación junto con otras recibidas a San Martín Pinario.

Dice en el documento, entre otras cosas, que dona la mitad de la isla de Arosa con su iglesia y salinas, y la “Iglesia de Santa Eulalia de Areno Longa, con la otra iglesia próxima de Alobre, con todas sus propiedades y pertenencias...”.

Así continuaría la pequeña iglesia parroquial y los escasos habitantes de la zona hasta que, en octubre de 1458, García de Caamaño, “El Hermoso”, que por entonces ostentaba el importante cargo de alcayde de la fortaleza arzobispal de la Rocheforte, recibe en feudo el llamado “lugar de Arealonga”, en documento firmado por el arzobispo compostelano.

El visitador del arzobispo relata tras su visita a la iglesia parroquial de Santa Eulalia de la siguiente forma la constitución de lo que sería posteriormente esta parroquia: “Esta villa hará que se fundó como 120 años. Era una isla que llamaban Insuela donde venían a pescar algunos pescadores y para reparo del tiempo del invierno hacían algunas choças con unos palos y paja; viendo esto García de Caamaño, señor que en aquel tiempo era de la tierra, fue animando a los pescadores que acudían a pescar para que edificasen casa y para esto les daba piedra y madera y ayudaba con pan y vino y desta manera tuvo principio la dicha villa- Esta insuela, con la tierra. La tenían usurpada el dicho García de Caamaño y García de Rodríguez, su hijo, tomando de restituir a la dignidad de Santiago y después la vendió a don Rodrigo de Mendoza y doña Urraca de Sotomayor y Osorio, su mujer. Está fundada esta villa en un llano de riveras de mar, y quando debala baja mucho, que no se puede desembarcar con ningún barco, por pequeño que sea, respeto que queda mucho lodo”.

“Está fundada esta villa en un llano de riveras de mar, no se puede desembarcar ningún barco”

Por la misma época otorga a los habitantes de Arealonga una Carta Puebla, para asegurar el asentamiento de la población, con una serie de obligaciones y derechos de los lugareños, con la pretensión de llamar a las gentes que asienten allí y a mercaderes que acudan con sus mercan- cías para hacer habitable el punto en que la nueva población se establece, aclarándoles los dos únicos tributos que tendrán: la alcábala, que grababa el comercio, y el yantar, para contribuir al gasto que ocasione la comida para el rey o del señor de la zona, cuando pase por el pueblo al que se le otorgó la Carta Puebla.

Don García de Caamaño al hablar de su posesión escribe “meu porto e lugar de Villagarcía que acerca da iglesia de Santa Baia de Arealonga...”, y en su testamento dice que...”Ytem mando a Santa Baya pro o lume e obra vinte maravedís...”.

El cardenal Jerónimo del Hoyo, tras visitar la iglesia parroquial entre 1607 y 1620, dice que “la iglesia de Santa Baya tiene ducientos y quarenta feligreses. Los frutos se dividen en dos partes, la una y un dezmero pertenece al cura que valdrá treinta cargas de todo pan, ocho pipas de vino y quarenta ducados de diezmo de pescado, y la otra, por sincura patrimonial, de don Phelipe Montenegro”.

Fue en 1662 cuando don Fernando de Andrade, por ento- nes arzobispo de Santiago, y oriundo de Vilagarcía, contrató al arquitecto de Cerdedo, Pedro de Monteagudo, la construcción de la nave central de la iglesia actual en sustitución de la primitiva edificada en el siglo IX.

La construcción de la iglesia fue bastante lenta, ya que en 1700 muere el arquitecto, y se encarga de continuarla su cuñado, Dionisio Feixóo, para posteriormente pasar a dirigir la construcción, Juan Bugallo, primo del iniciador Pedro de Monteagudo.

La capilla del Rosario fue contratada a Don Melchor de Velasco, pero este no la terminó y todo parece indicar que fue Don Diego Romay el continuador de la misma. La capilla de San Miguel, también llamada del Pilar, fue mandada construir por el canónigo de Santiago, Don Pedro de Navia y Osorio.

 

 

 

 

 


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