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La Santa Compaña en el Pazo de Vista Alegre

Lucía D. Bóveda | revista eSmás Vilagarcía Nº34 Otoño 2021

La historia del avistamiento de la Santa Compaña
La Santa Compaña en el Pazo de Vista Alegre

Si de algo puede presumir Galicia, y en concreto la zona de Vilagarcía de Arousa, es del gran número de leyendas que circulan entre los vecinos. De animales mitológicos, de muertos, de vivos, de historias más creíbles y de otras inverosímiles, que se han ido transmitiendo de generación en generación y mutando hasta llegar a nuestros días.

Muchas de ellas están asociadas a lugares concretos, pero son fenómenos que se han documentado múltiples veces. Y una de las leyendas más patria que existe en Galicia es, sin duda, la que gira alrededor de la Santa Compaña, la famosa reunión de las almas del Purgatorio encapuchadas que recorren errantes por las noches los caminos de una parroquia o pueblo en busca de la próxima persona que se va a morir.

Para relatar la historia que queremos contar en estas páginas debemos remontarnos al año 1883. ¿El lugar? El Pazo de Vista Alegre, ubicado en el centro de Vilagarcía. Hacía poco que la pandemia de la viruela había hecho estragos en la comarca, y muchas personas habían fallecido a causa de esta enfermedad. Además, el Estado tenía grandes conflictos en las colonias de ultramar, lo que se traducía en una época de gran depresión tanto social como económica, por lo que el hambre y la falta de alimentos eran habituales en todas las casas.

En dicho Pazo vivía el Marqués con su familia y los criados que cuidaban la casa y, en la parte trasera del palacio, había jardines y huertos en los que habían plantado maíz y patatas, cultivos dedicados al autoconsumo de todos los habitantes de la casa. Una noche, alrededor de la una de la madrugada, mientras todos dormían se escucharon unos ruidos extraños que procedían de la huerta. Ante este suceso, los criados avisaron al resto de habitantes de la casa que, cuando se asomaron a las ventanas, se quedaron asombrados al ver un gran número de luces que andaban dando vueltas por la huerta, moviéndose despacio y de manera sigilosa. Asustados, cerraron las ventanas y se pasaron toda la noche, de rodillas, rezando para que la Santa Compaña no se los llevase.

Cuando por fin salió el sol, decidieron abrir las puertas y aún con el miedo en el cuerpo bajaron hasta la huerta y descubrieron asombrados que los miembros de la Santa Compaña, esas almas que vagan en el purgatorio, de lo que estaban muertas eran de hambre, pues... ¡Les habían robado todas las patatas!


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