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La voz para generar credibilidad

Xosé Soengas Pérez | revista eSmás Santiago Nº 1

La mirada y los gestos refuerzan la credibilidad del discurso
La voz para generar credibilidad
 
La voz es uno de los principales instrumentos que tiene el ser humano para comunicarse con su entorno, pero la mayoría de las personas desconocen los numerosos recursos de los que disponemos y que nos permiten expresar nuestras emociones y nuestros deseos, transmitir información, intercambiar conocimientos, relacionarnos con los demás cada día o convencer a través de la expresión oral. La voz es versátil y se adapta todas las posibilidades comunicativas y a todas las circunstancias y, al mismo tiempo, es algo tan personal que nos identifica y nos delata siempre que hablamos. Muchas veces no somos conscientes de ello porque nos comunicamos de una forma espontánea y natural que ya tenemos incorporada fruto de la evolución y del aprendizaje cotidiano.

Las posibilidades expresivas y comunicativas de la voz son infinitas y evolucionan cada día, lo mismo que la sociedad y que los usos del lenguaje verbal, pero están muy condicionadas por el contexto y relacionadas con los grados de permisividad que toleran las diferentes culturas. Por ejemplo, en algunos lugares no está bien visto, o incluso está prohibido, hablar alto en público la manifestación explícita de afecto a través de mensajes verbales, y las personas no pueden exteriorizar todo lo que sienten o hacerlo de la forma que les gustaría en ese momento, sino que deben atenerse a lo que está permitido social y culturalmente. Hay varios factores que fomentan una infrautilización de la expresión oral. En un mundo dominado por la imagen y por las tecnologías cada vez desatendemos más la conversación y así el ser humano pierde capacidades y habilidades esenciales para relacionarse personalmente con el entorno. Al mismo tiempo, estamos instalados en la sociedad del ruido, una circunstancia que favorece la incomunicación cotidiana y en determinados sectores se valora la cultura del silencio.

La comunicación verbal es esencial para relacionarse plenamente porque a veces es muy difícil sustituir la voz para transmitir determinados sentimientos. Para conocer completamente las características y las posibilidades de nuestro aparato fonador hay que adentrarse en competencias del ámbito médico y artístico, dos dimensiones que confluyen a la hora de cuidar la forma de hablar.

Por eso es importante tener presentes las pautas necesarias para incorporar a nuestra expresión aquellos hábitos que nos permitan utilizar a nuestra expresión aquellos hábitos que nos permitan utilizar correctamente la voz y conocer todos los recursos de los que disponemos para explotar nuestras habilidades comunicativas con resultados óptimos.

La mayoría de los seres humanos nos comunicamos de forma espontánea sin ser conscientes de los mecanismos expresivos que ponemos en marcha en cada momento. Conocer las características y las posibilidades de nuestro organismo puede ayudar a mejorar la capacidad de relación con los demás. No se trata de ensayar cada conversación, pero para conseguir unos buenos hábitos comunicativos, asimilarlos de forma natural y mantenerlos en todas las circunstancias, es importante educar la voz desde la infancia y acostumbrarnos a utilizarla correctamente.

El contexto comunicativo y el registro son fundamentales. En primer lugar es importante tener presente para quien o con quien hablamos, qué queremos decir y qué queremos conseguir a través de la conversación o el discurso. Para ello hay que respetar los códigos de comportamiento que establecen diferentes distancias convivenciales: íntima, personal, social y pública, y que se escenifican principalmente mediante el volumen de la voz que utilizamos en cada circunstancia, según el impacto que nos interesa causar.

Adaptarnos al registro de la otra persona es uno de los requisitos imprescindibles para que una conversación fluya correctamente o un discurso tenga una descodificación y un resultado óptimos. La exposición de los argumentos tiene que ir siempre acompañada del registro que se corresponda con las características y con las circunstancias del interlocutor, y también con lo que queremos transmitir o conseguir: complicidad, autoridad, convencer, preguntar, etc. Una entonación apropiada. un ritmo adecuado, las pausas bien ubicadas y un volumen adaptado a la distancia convivencial favorecen la comunicación y ayudan a obtener el resultado que nos interesa, tanto en un monólogo como en un diálogo.

Para conseguir credibilidad el contenido debe corresponderse con la forma del discurso. Es importante cómo se dicen las cosas para que no pierda efectividad lo que se dice. Luego el orador tiene que transmitir convencimiento de lo que expresa para que el interlocutor perciba dominio del tema por parte de quien habla. Adquirir seguridad en la exposición oral del discurso es fundamental, pero conseguir esta destreza no es igual de fácil para todas las personas. La credibilidad no se basa tanto en la perfección como en la espontaneidad y en la capacidad de aparentar proximidad.

Una perfección extrema en la exposición oral puede transmitir impostura si las circunstancias no exigen o justifican un discurso tan pulcro. No se trata de proponer un mal uso de la expresión, sino de adaptarse o acercarse lo más posible, al registro de nuestro interlocutor para generar un clima de empatía y facilitar la descodificación y el intercambio comunicativo. Lo esencial es sentirnos seguros y conseguir que nos crean los que nos escuchan.

Es importante que el interlocutor se sienta identificado con quien le habla o que lo que le dice el narrador le implique emocionalmente o le gente curiosidad con el discurso.

Precisamente en esto se basa uno de los primeros recursos de la publicidad para llamar la atención. Se trata de despertar interés por lo que decimos y mantener presente en los demás lo que hemos contado.

Finalmente, si los interlocutores están en el mismo escenario y tienen la oportunidad de contemplarse, la combinación y la complementación de la comunicación oral con los recursos y formas expresivas que aportan otros sentidos, especialmente la mirada y los gestos, refuerzan la credibilidad del discurso.
 

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