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Miniguía de Cata del vino Albariño

Katia Álvarez | Revista eSmás edición Vilagarcía Nº 5

La cata consiste en someter el vino a nuestros sentidos para llegar a conocer sus características con el fin de expresarlas e identificarlas
Miniguía de Cata del vino Albariño



A menudo el mundo del vino puede llegar a intimidar al gran público pero para nada es un mundo tan complejo, sino que está al alcance de todos.
El proceso de la cata consiste en someter el vino a nuestros sentidos para llegar a conocer sus características, positivas y negativas, con el fin de expresarlas e identificarlas. Por tanto, el objetivo no es más que analizar las sensaciones que nos produce al degustarlo. Por eso, a pesar de las apariencias, catar es algo sencillo. No se trata de un área reservada sólo para expertos sumilleres, enólogos e iniciados en la materia, sino que nosotros mismo, en nuestras propias casas, podemos aprovechar cada botella de vino que abrimos y disfrutarlo de una manera diferente, con todos los sentidos bien despiertos para captar las sensaciones que el propio vino nos va a transmitir.
Así pues, en una cata se diferencian tres fases: la visual, la olfativa y la gustativa.

1.- Fase Visual
Viendo un vino podemos definir la intensidad de su color y su brillantez. Un albariño ha de ser limpio, brillante y el color lo definiremos como amarillo pajizo, con ribetes alimonados o verdosos. En los vinos con elaboraciones especiales como fermentados en barrica o con crianza sobre lías, el color seguirá siendo amarillo pajizo pero con ribetes más dorados.
Relacionado también con el sentido de la vista hay un concepto al que solemos recurrir mucho en una cata: la lágrima. Cuando agitamos la copa, el líquido sube por las paredes de la copa y cae en forma de gota. Estas gotas son lágrimas y son un indicativo del grado de alcohólico y del contenido de glicerina del vino. Las gotas que caen más rápido son las formadas por el alcohol y las que caen lentamente, las formadas por la glicerina. Cuanto más glicérico sea un vino, más volumen y densidad tendrá en la boca.

2.- Fase Olfativa
En esta fase se determinará la intensidad y el aroma del vino. Además, en los vinos que se hayan sometido a un proceso de crianza (en depósito o en barrica) podremos hablar también del bouquet.
Los aromas pueden catalogarse, según el momento del proceso de elaboración del que proceden, en primarios, secundarios y terciarios.
Los aromas primarios o varietales son los aromas procedentes de la uva. Este tipo de aromas se identifican sobre todo con frutas, flores y herbáceos. Están relacionados con la tipicidad de la variedad, el tipo de suelo y el clima de la región. Determinan y acentúan el carácter único de cada vino y son proporcionalmente más intensos cuanto más jóvenes sean los caldos. En el caso del albariño, entre los aromas primarios que se perciben destacamos los frutales, sobre todo los cítricos, aunque también pueden existir notas de fondos florales y herbáceos.
Los aromas secundarios o fermentativos se originan durante el proceso de fermentación alcohólica y maloláctica del mosto dando lugar a olores directamente relacionados con las reacciones químicas y biológicas que se producen en este proceso. Son aromas de frutas, lácticos, etc...
Por su parte, los aromas terciarios o de crianza suelen ser aromas muy complejos y dependen del tiempo de crianza o envejecimiento que se le aplique al vino y dónde se produzca(barrica, depósito...) Destaca su naturaleza especiada. de tostados y cafés que se derivan del uso de los distintos tipos de madera empleados en la fabricación de la barrica así como de su tostado , edad...
Otro concepto relacionado con el sentido del olfato es EL BOUQUET se trata de un aroma terciario presente tan solo en los vinos sometidos a procesos de crianza. Por último, la fase retronasal consiste en percibir los aromas a través de la parte posterior de la nariz y una vez se ha ingerido el vino. Esto se produce gracias al aumento de temperatura que el vino sufre cuando lo ingerimos y que permite que ciertos aromas que no podemos percibir en la copa porque están en estado líquido sí podamos apreciarlo cuando se volatilizan en nuestro cuerpo.

3.- Fase gustativa
Se captarán los sabores que son solamente cuatro: dulce, ácido, salado y amargo. Estos cuatro sabores van a estar presentes en cualquier vino en mayor o menor intensidad. Su equilibrio determinará su virtud.
En el momento de la cata, la boca calienta el vino, de modo que los aromas se desprenden y estimulan el centro gustativo. Gracias a esto, podremos apreciar los diferentes sabores, de los más dulces, pasando por los ácidos y oír último, los amargos.
Una vez ingerido el vino, éste nos deja unas sensaciones que son lo que se denomina regusto. El tiempo que permanecen esas sensaciones en la boca, es la persistencia.
Los vinos albariños tienden a ser envolventes y con una acidez equilibrada. El regusto recuerda a esas notas cítricas que encontramos en la fase olfativa y la persistencia suele ser larga.


 

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