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O Con da Ventureira

Lucía D. Bóveda | revista eSmás O Salnés Nº 19 Invierno 2021

Ahondamos en la leyenda de esta gran piedra ubicada en Sanxenxo
O Con da Ventureira

Si por algo se distingue Galicia es por su amplia tradición de leyendas, muchas de las cuales están relacionados con elementos de la naturaleza. Son quizás las piedras y los conjuntos megalíticos las que más tradiciones e historias populares concentran en torno a sus figuras. En concreto, históricamente se han asociado algunas de las grandes rocas que se pueden encontrar en el monte, también conocidas como cons, a historias y deidades antiguas, debido a que representan lo eterno e inamovible y para los antiguos pobladores tan solo las piedras permanecían impasibles al paso del tiempo, igual que se le supone a los dioses.

En todos los concellos de O Salnés existe alguna de estas rocas especiales, vinculadas a un folklore concreto. Hoy nos centramos en una específica que se encuentra en Sanxenxo: el Con da Ventureira. En la actualidad, cada Lunes de Pascua los vecinos de la zona se reúnen en torno a ella para realizar una comida campestre, en una celebración conocida como la Romaría do Con, en la que siempre hay roscas y bollos preñados de huevos. En un intento de demostrar su habilidad, los jóvenes intentan subir a la piedra con ayuda de una pértica, lo que les dota de la admiración de todos si lo consiguen.

Además, durante décadas el Con da Ventureira fue utilizado como referente geográfico por los marineros. Al ser visible desde el mar, esta gran roca era perfecta para orientarse en sus navegaciones, al menos cuando la costa no tenía eucaliptos plantados. Tal era su importancia que aparece marcada en cartas náuticas y mapas de hace un siglo. Eso sí, no como Ventureira, sino con el nombre de Con da Costa.

Pero la historia del Con da Ventureira es muy antigua. Cuenta la leyenda que una joven que volvía de recoger leña en el monte se encontró con una moura al pasar por el Con. Las mouras son seres de la mitología gallega que corresponden a bellas mujeres de ojos azules, piel pálida y vestimenta blanca, que habitan normalmente en rocas o torrentes de agua, en donde guardan valiosos tesoros. Esta, concretamente, se encontraba sentada en la roca y se peinaba con un peine de oro. Cuando vio a la joven caminando cargada con la leña se acercó a ella, le enjuagó el sudor de la frente, le dio un beso en el mismo lugar y se la llevó a su palacio subterráneo.

Nada se supo de la muchacha hasta años después, cuando reapareció en la aldea cargada de sortijas, collares y un buen puñado de monedas. Los vecinos se sorprendieron al ver que no había envejecido nada, por lo que les contó lo sucedido. Asombrados, fueron muchos lo que, durante años, peregrinaron por el Con da Ventureira, con la intención de encontrarse con la moura. Sin embargo, esta nunca más volvió a aparecer.


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