Logo de la empresa

Origen y consolidación del Camino

Redacción revista eSmás | revista eSmás Santiago Nº4 - Año 2021

Origen y consolidación del Camino

Aunque el Camino de Santiago es hoy en día una ruta sobradamente conocida en la mayoría de los países con población cristiana del mundo, la realidad es que no siempre ha sido así. Es necesario retrodecer muy atrás en el tiempo para descubrir cuáles fueron los inicios de la peregrinación hacia Compostela. Fue el descubrimiento de los restos de Santiago el Mayor, uno de los principales apóstoles de Jesús y el primero de ellos en morir martirizado, lo que hizo que la gente comenzase a hacer el Camino de Santiago y, desde entonces, son millones los peregrinos que han caminado por las mismas piedras con una única motivación: la de llegar a la Catedral de Santiago.

 

Pese a que hay muchas historias y leyendas en torno a cómo sucedieron las cosas en realidad, la oficial, que se considera correcta, cuenta que el cuerpo del Apóstol Santiago lo descubrió un pastor llamado Pelayo en un terreno gallego cuando reinaba Alfonso II, en el siglo IX. Al enterarse del descubrimiento, el monarca mandó construir una pequeña capilla en el lugar en el que fueron encontrados los restos, que poco a poco fue ampliándose y sobre la que siglos más tarde se levantaría un monumento hoy de sobra conocido por todos: la Catedral de Santiago. De hecho, se cree que fue precisamente Alfonso II el primer peregrino en recorrer el camino, partiendo desde Oviedo hacia el año 825, acompañado de su corte para poder ver el sepulcro con sus propios ojos después de que fuese descubierta.

 

Durante gran parte de la Edad Media se consideró que había sido Carlos I El Grande, Carlomagno, quien había liberado la tumba y había sido responsable de la apertura del Camino desde Francia,  pero la realidad es que no ha llegado hasta nuestros días ningún dato histórico que lo vincule con la cultura jacobea. Se cree que es una confusión que surgió porque en el libro IV del Códice Calixtino, Historia de Turpini, se narra cómo el Apóstol Santiago se le apareció a Carlomagno para señalarle la Vía Láctea como camino para llegar hasta su sepulcro y liberarlo, pues Galicia estaba en esos momentos bajo el dominio sarraceno.

 

Tras el peregrinaje de Alfonso II, el culto a Santiago Apóstol se extendió entre los cristianos de la península y pronto empezó a atraer a miles de peregrinos desde todas las partes del continente. Pocas décadas después acabaría instalándose en el lugar una comunidad de monjes, tras lo que fue surgiendo una población estable conocida como Locus Sancti Iacobi, la antecesora de Santiago.

 

 

 

Popularidad del Camino de Santiago

 

Al cabo de unos años, y ante el número creciente de peregrinos, Alfonso II mandó construir otra edificación, de estilo prerrománico y con mayor amplitud que la anterior, que sería consagrada en el año 899 con la presencia de las grandes personalidades de la época, como la familia real, 17 obispos o 14 nobles, entre otros.

 

Sin embargo, Almanzor, dominador del Califato de Córdoba, ataca Santiago en el 997, prendiéndole fuego al templo pero respetando el sepulcro, lo que permitió la continuidad del peregrinaje a Compostela. Sobre el año 1000, Pedro de Mezongo mandó reconstruir la iglesia que había sido quemada hasta los cimientos.

 

No sería hasta el siglo XI cuando el templo se volviería a mostrar insuficiente ante la masiva afluencia de peregrinaciones. Por ello, en 1075, bajo el impulso del rey Alfonso V y del obispo Diego Peláez, se iniciaron las obras para construir la actual catedral. Finalmente, tras numerosos visicitudes que ralentizaron su construcción, esta se consagró definitivamente en el año 1211.

 

El siglo XI fue una época dorada para Europa occidental, ya que fue un período en el que se vivió un contexto en el que se produjo un crecimiento demográfico, un incremento de la producción agraria y del comercio, y en el ámbito político se extendió la llamada Paz de Dios, que dio lugar a un ambiente más pacífico.

 

En este contexto la peregrinación a Santiago se vio impulsada por la llegada de personas de más lugares y se convirtió, junto a Jerusalén y Roma, en una de las tres grandes peregrinaciones cristianas. Esto haría que comenzasen a llegar peregrinos de lugares como Francia, Flandes, el Imperio Germánico, Inglaterra o Italia, por lo que las autoridades de la época empezaron a establecer normas para proteger a los caminantes.

 

Así, se fueron aprobando diferentes leyes a lo largo de los años, como la prohibición de prenderlos, establecida en 1113 por Gelmírez. Además, en 1114 el concilio de León les dio libertad para circular por el reino, y en 1123 el concilio de Letrán estableció a nivel europeo la excomunión para quien les robase.

 

La realidad es que la gran consolidación de Santiago de Compostela como un lugar de peregrinaje y culto se produzco entre los siglos XI y XII, en gran parte suscitada por el creciente interés de personalidades de la época en este peregrinaje. Ya en el siglo XII, personalidades influyentes como Alfonso VII, Luis VII o el rey Felipe II deciden realizar el camino de Santiago, siendo rememorado su paso por determinados lugares con monumentos en su honor o placas conmemorativas.

 

En el siglo XII, alrededor de 1140, se redactaría la primera guía escrita que se conserva en la actualidad, el Liber Peregrinationis, que formaba parte de la obra Liber Sancti Iacobi. En ella se describen las diferentes rutas francesas que existen para alcanzar el paso en los Pirineos y continuar con el viaje hasta Compostela.

 

                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Anunciantes en el número actual la revista eSmás:


Scroll to Top